A la tragedia humanitaria, Ucrania suma el desastre ecológico. Los bombardeos de depósitos de combustibles y fábricas liberan a la atmósfera sustancias químicas que contaminan suelos y acuíferos, poniendo en jaque el granero de Europa.
"¿Cómo se pueden producir alimentos sanos cuando estás utilizando un agua que puede estar contaminada o un suelo que puede haber sido contaminado?", se pregunta Maite Mompó, directora de 'Stop Ecocidio' en habla hispana.
Cerca de un millón de proyectiles caen cada mes sobre suelo ucraniano, desatando grandes incendios que han afectado a 160 reservas naturales. Cuando acabe la guerra, Ucrania deberá reconstruir ciudades e infraestructuras. Sin embargo, recuperar su entorno natural necesitará mucho más tiempo.
En este sentido, Javi Raboso, portavoz de Greenpeace, señala que "van a tardar décadas, e incluso generaciones en recuperarse". Por ello, el portavoz de Greenpeace defiende que "es urgente que cualquier iniciativa para la restauración de Ucrania incluya la restauración de sus ecosistemas, de la naturaleza".
Aunque el delito de ecocidio está pendiente de ser regulado por el Estatuto de Roma, Putin podría añadir una causa más a la orden de arresto decretada por la Corte Penal Internacional. "El estatuto de Roma considera como crimen de guerra los daños graves y duraderos causados al medioambiente", indica al respecto Mompó.
Entre las 900 acciones contra el medio natural documentadas por la organización local Ecoaction y Greenpeace, figuran los bombardeos sobre el entorno de las centrales nucleares de Zaporiyia y Chernóbil. Raboso advierte de que "si hubiera algún accidente nuclear en alguna de las centrales, este impacto podría ser mucho mayor".
Y en el mar, hay otro desastre apenas visible: el de miles de cetáceos muertos a causa, según se cree, del sonar de los barcos rusos.