Hassan solo quiere cumplir un último deseo, el de ver a su hija "una vez más". Su bebé nació solo 18 días antes de que le detuvieran en las protestas de Irán, después de que su mujer y él estuvieran durante diez años intentando ser padres. Ahora que lo han conseguido, le han condenado a muerte. "Da igual que firme o no la confesión; ellos me van a matar", declaró Hassan.
Esta madrugada se ha conocido que está en coma por las torturas que, denuncian, ha recibido: "Las autoridades iraníes obligan a los detenidos a firmar contra ellos mismos", señala Rima Sheermohamadi, traductora y activista iraní. Sin embargo, su familia no tiene información sobre su caso, ni sabe cuándo podrían ejecutarle. "La familia de él ni siquiera sabe si se ha llevado a cabo la sentencia y no saben nada de él", afirma la activista.
Ya hay al menos 28 personas condenadas a muerte, según Amnistía Internacional. Arash, un activista de 36 años que ya ha entrado en prisión tres veces, ahora, además, tiene cáncer. Rima Sheermohamadi critica que "no le han permitido que tenga fianza, ni tratamiento por su enfermedad".
No se sabe ni de qué se le acusa, ni a qué condena se enfrenta. En este sentido, Carlos de las Heras, portavoz sobre Irán de Amnistía Internacional España, lamenta que "los juicios en los que se pide la pena de muerte no están cumpliendo con la legalidad internacional de juicios justos".
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Las ejecuciones no cesan, y tienen un claro objetivo, según dicen las organizaciones humanitarias: "Silenciar a la oposición social que hay en Irán, y también es una forma de infundir miedo", subraya De las Heras. Mientras, la población iraní exige el fin de las ejecuciones y que la Comunidad Internacional se implique.