Los equipos de rescate griegos prosiguen la búsqueda de seis personas desaparecidas tras las fuertes lluvias y las consecuentes inundaciones del miércoles en tres municipios en la región capitalina de Ática que han causado hasta el momento 16 muertos y 23 heridos, informó el cuerpo de bomberos.
A los cuatro desaparecidos que permanecían en paradero desconocido se unieron otros dos más, especificaron los bomberos, que han recibido 250 llamadas de petición de ayuda desde Mandra, la localidad más afectada por las inundaciones y donde se tuvieron que lamentar la mayoría de los muertos, y 420 del resto de la región.
La presidenta de Ática, Rena Duru, decretó que las escuelas de la región permanezcan cerradas hoy ante la alta posibilidad de que continúen las fuertes lluvias, al tiempo que hizo un llamamiento para que se tomen medidas que puedan evitar que un desastre como este se pueda repetir.
Para todo el área sigue decretado el estado de alarma, y la región de Ática activó el protocolo para solicitar ayuda financiera urgente de la Unión Europea.
Por su parte, el ministro del Interior, Panos Skurletis, aseguró hoy en una entrevista en 104.9 FM que una parte de la responsabilidad por las consecuencias desastrosas de las inundaciones también recae en "las autoridades locales" porque, por ejemplo, dan permisos para construir en lugares que potencialmente pueden resultar anegados por las fuertes lluvias, como antiguos cauces de ríos.
No obstante Skurletis aclaró que la responsabilidad es compartida por todos los niveles de Gobierno de Grecia.
El primer ministro heleno, Alexis Tsipras, visitó Mandra y presidió una reunión de urgencia con Skurtetis y Duru; además del viceministro de Protección Ciudadana, Nikos Toskas, y varios responsables de los bomberos para coordinar las operaciones.
El Gobierno griego decretó luto nacional y suspendió actividades públicas, entre ellas un debate parlamentario que fue aplazado una semana.
Las lluvias del miércoles por la mañana convirtieron calles y carreteras en potentes torrentes, aplastaron coches contra viviendas y anegaron multitud de edificios en los municipios afectados, muchos de los cuales siguen todavía inaccesibles.
Varias víctimas vivían en subterráneos y fueron halladas muertas en sus casas, donde el agua llegó a alcanzar los dos metros de altura.
Por ahora es imposible evaluar los daños materiales, pero las imágenes revelan un panorama de devastación.
Las precipitaciones provocaron desprendimientos en las montañas cercanas, donde recientes incendios habían arrasado grandes superficies de bosque, dejando así el monte sin protección contra deslizamientos.
Se trata de la mayor catástrofe de este tipo desde noviembre de 1977, cuando 37 personas murieron en Atenas a causa de una tormenta que inundó buena parte de la capital.