Los médicos sirios han estado al pie del cañón desde el comienzo de la pandemia de coronavirus. Entre bombardeos, miseria, terror, ellos han luchado en primera línea atendiendo a enfermos y sufriendo el dolor de diez años de guerra. "Cuesta entender que millones de personas vivan en condiciones infrahumanas en el año 2021", destaca, en este sentido, Francisco Otero, de Médicos Sin Fronteras.
"El 70% del personal sanitario ha tenido que huir del país, y más de la mitad de la infraestructura médica ha sido destruida o dañada", indica Sonja Mardesic, Médicos del Mundo.
Y es que los ataques deliberados contra centros sanitarios han sido la tónica en este conflicto, igual que lo han sido las persecuciones contra su persona: el régimen de Al-Assad ha encarcelado a más de 3.000 sanitarios solo por haber prestado ayuda a uno u otro bando, mientras que 900 médicos han sido asesinados.
Otero cree que "ahí la Comunidad Internacional tiene muchísima responsabilidad para que, por lo menos, garanticen la protección de los civiles y de las estructuras".
Aún hoy, el miedo de la población a acudir a un centro sanitario continúa vigente, ya que "seguía pasando en 2020 que estructuras de salud y hospitales eran atacadas deliberadamente", tal y como lamenta el portavoz de Médicos Sin Fronteras.
Mientras que falta material, medicinas y personal, sobra una precariedad insultante y un conflicto que parece no tener fin, mientras los médicos ganan "unos 80 dólares mensuales", según señala Mardesic, a lo que Otero añade que "no solo trabajan en un centro de salud u hospital, sino que se reparten para poder cubrir varios puestos"
En esta década de guerra, son muchos los que necesitan atención psicológica. Sin embargo, es muy difícil encontrarla. En este sentido, la portavoz de Médicos del Mundo subraya que en estos meses han visto "un incremento de suicidios que van vinculados también a violencia de género y al matrimonio precoz".
De esta forma, el horizonte se tiñe de negro para millones de sirios que solo ansían el fin de una devastadora guerra que, en pleno siglo XXI, ha durado ya una década.