En las chabolas de un campamento rohinyá en el sur de Nueva Delhi todos conocen la noticia sobre la suerte de los 31 miembros de esta minoría, la mitad de ellos niños, que tratando de huir a Bangladesh por los rumores de posibles deportaciones a Birmania, acabaron detenidas por las tropas fronterizas indias.

"Todos tienen miedo de que en algún momento nos lleven a algún lugar. Si nos envían de regreso a Myanmar (Birmania), ¿cómo sobreviviríamos?", dijo Jafar Alam, un conductor de 'rickshaw' o taxi de tres ruedas, que ha vivido en la India desde 2012 y que siente que fue en este país donde conoció el significado de la palabra "humanidad".

Ahora, los refugiados de esta minoría musulmana, que han huido durante años de la persecución violenta de los extremistas budistas y el Ejército en su país de origen, donde no les reconocen la ciudadanía, comienzan a dudar de que hayan huido al lugar correcto.

"Desde el momento en que se publicó esta noticia, todos tenemos miedo. Nos distraemos del trabajo, siempre estamos preocupados donde sea que nos encontremos porque seguimos escuchando esta noticia", continúa este padre de tres hijos que llegó a la India junto a toda su familia.

En esta barriada apenas una familia ha tenido el valor de huir a Bangladesh, porque ahora ya no se trata únicamente de que vivir en la India sea un riego para los refugiados, sino que huir también puede ser peligroso, por lo que muchos prefieren esperar resignados. Jafar no deja de dar vueltas a la misma idea: "¿Cómo será nuestra situación si nos envían de vuelta?".

Nadie olvida cómo en agosto de 2017, tras un ataque de un grupo guerrillero rohinyá a unos puestos de control de las fuerzas de seguridad birmanas, el Ejército reaccionó de manera desproporcionada con matanzas y la quema de pueblos, empujando a 738.000 miembros de esta minoría a huir a la vecina Bangladesh.

En el campamento en el que vive Jafar en Delhi, junto a otros 300 rohinyás, los refugiados tienen muy poco que perder más que su deseo de seguir en la India. Las viviendas apenas se sostienen, sin servicios básicos, ni agua corriente, construidas en un terraplén alejado que comparten con la basura.

La India, que no forma parte de la Convención de los Refugiados de 1951 y carece de un marco legal para su protección, comenzó a endurecer su postura con relación a esta comunidad poco antes de que comenzara el éxodo rohinyá en Bangladesh hace casi dos años.

Además el Tribunal Supremo indio decidió recientemente dar marcha atrás a su decisión de prohibir las deportaciones, lo que permitió que al menos 12 miembros de esta comunidad fueran llevados a la frontera para ser entregados a las autoridades birmanas.

La decisión ha empujado desde el pasado mayo a 1.300 miembros de esta perseguida minoría a huir a Bangladesh, al menos 500 de ellos sólo en el último mes, según informó el comisionado bangladesí para la Ayuda a los Refugiados, Abul Kalam.

En el campamento delhí, donde los niños gritan, ríen y corren por las estrechas callejuelas que recorren las chabolas, todos piden lo mismo a las autoridades indias: "Déjennos quedar un poco más".

Cuando los rohinyás en Birmania "empiecen a vivir de forma cómoda e independiente, regresaremos de buena gana. No habrá necesidad de deportarnos", dice Fayadul Kalam.

"Vinimos aquí para salvar nuestras vidas", agrega el padre y chófer de 26 años, a quien ya no le queda más familia que su esposa e hijo.

Los rohinyás "siempre viven con este miedo cada vez que hay noticias de que serán deportados. Y luego se preguntan ¿a dónde iremos? Porque allí (Birmania) fueron expulsados", dijo a Efe Abdur Rahman, miembro de la Fundación Zakat, dedicada a dar apoyo a los rohinyás en este campamento.

La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) indicó que de acuerdo a sus estimaciones "hay 17.000 refugiados rohinyá y solicitantes de asilo registrados en la India, que viven en diferentes lugares" del país.

Desde finales de diciembre, ACNUR comenzó a observar un aumento en los movimientos rohinyás de la India a Bangladesh, motivada principalmente por "la noticia del regreso a Myanmar de los solicitantes de asilo rohinyá detenidos en la India".

"Nos preocupa que en estas circunstancias algunos rohinyás en la India puedan emprender viajes peligrosos para buscar protección y seguridad en Bangladesh", dijo la organización.

Pero pese a que el acercamiento de las autoridades indias hacia los rohinyás ha sido frío, "aquí vivimos esperanzados, y aunque tenemos miedo día y noche, solo Dios sabe cuándo y a dónde nos enviarán", concluye Kalam.