El primer ministro del Líbano, Hasan Diab, ha anunciado este lunes la dimisión en bloque del Gobierno, en plena crisis política tras la explosión en el puerto de Beirut del pasado martes, que dejó más de 160 muertos y más de 6.000 heridos.
Diab ha informado de esta decisión en un mensaje televisado dirigido a la nación, después de que varios de sus ministros anunciaran sus renuncias en las últimas horas: este mismo lunes lo hicieron los titulares de Justicia, Finanzas y Juventud, que se sumaban así a los de Información y Medioambiente, que dimitieron el domingo.
Los ministros de Salud y Transportes habían avanzado horas antes que Diab anunciaría hoy su propia renuncia, tras una reunión del Consejo de Ministros en la que el 'premier' libanés tenía previsto solicitar la convocatoria de elecciones anticipadas.
"Anuncio hoy la renuncia de este Gobierno", indicó el primer ministro, en un discurso en el que habló de la lucha contra los corruptos y la necesidad de tener un Ejecutivo de salvación nacional. "Los sistemas de corrupción son más grandes que el Estado", afirmó Diab, cuyo Gabinete se formó el pasado diciembre, tras una ola de protestas que estalló en el país en octubre.
"Algunos no han leído bien la revolución de los libaneses del 17 [de octubre], era contra ellos pero no lo entendieron", agregó Diab, que responsabilizó de la catástrofe a la "clase política" que "lucha con todos los medios sucios", sin referirse a ningún partido o dirigente en concreto.
El mandatario asimismo aseguró que su Gobierno hizo "todo lo que pudo para salvar el país" pero que hay una "gran barrera" frente al cambio. "Deberían tener vergüenza de sí mismos porque su corrupción dura siete años", afirmó, agregando que la tragedia ocurrida en el puerto de fraguó desde entonces.
Protestas tras la explosión
La explosión fue causada por casi 3.000 toneladas de nitrato de amonio que llevaban almacenadas en el puerto desde 2014 sin las debidas precauciones, tal y como admitió Diab el día del incidente. Aún se desconoce qué provocó el estallido del cargamento, pero varios responsables de su almacenamiento están siendo investigados.
Además de la gran cantidad de víctimas mortales y heridos, la deflagración ha dejado sin vivienda a alrededor de 250.000 habitantes de Beirut. El incidente ha reactivado la indignación de la población y las quejas contra el Gobierno, al que los manifestantes culpan de las sucesivas negligencias y la corrupción que han afectado al país en estos últimos años.
Como ya ocurrió el pasado octubre, los ciudadanos se han echado a las calles para pedir la dimisión de las autoridades del país, en protestas violentas durante los últimos dos días y que han dejado al menos un policía muerto y cientos de heridos.