Se divertían jugando en la playa como se divierte cualquier otro niño teniendo en sus pies tan solo una pelota, pero el ejército israelí vio milicianos en lugar de niños y armas en lugar de un balón, y disparó.
Fueron dos misiles controlados por un dron de los que el primero mató al primer pequeño y el segundo al resto. Cuatro niños de entre 9 y 11 años de una misma familia muertos y varios de sus amigos heridos.
Cuatro años después del ataque, una investigación del propio ejército desvela que las cosas no se hicieron bien. "De acuerdo con los testimonios de los testigos, incluidas pruebas materiales del ejército, parece que no hubo intentos de identificar a los niños", como explica Suhad Bishara, abogada de la ONG Adalah.
El ejército no identificó a los civiles antes de lanzar el ataque sobre la playa y se escudaron desde un primer momento en una simple confusión. Creyeron ver a milicianos de Hamás donde solo había niños jugando al fútbol, pero la ONG Adalah recuerda que tienen la obligación de identificar a todo objeto que se mueva y que "el ataque fue ilegal".
El caso lo zanjó la justicia israelí en junio de 2015 con los mismos argumentos usados por el ejército. Ahora, y con estas nuevas pruebas, la ONG Adalah exige que se reabra el caso y se depuren responsabilidades al fin porque por el momento "este proceso no es independiente ni transparente".
De los 1,8 millones de palestinos que viven en la Franja de Gaza, un millón son niños y Naciones Unidas estima que 300.000 personas necesitan ayuda psicológica por el caos y muerte que ven a diario. Difícil explicarles que están a salvo y que ya nadie volverá a hacerles daño.