Una vez entró la noche en Kabul, solo se escuchaban los disparos al aire de los talibanes, que celebraban la supuesta toma del valle del Panshir.
Esos disparos han acabado con 17 muertos y 41 heridos, según las televisiones locales. Pese a reivindicar que controlan la zona, la resistencia niega que eso ocurra.
Allí se ha refugiado el que fuera vicepresidente del Gobierno afgano, que se ha autoproclamado presidente, insistiendo en que no se van a rendir.
Mientras tanto, en las calles se suceden las manifestaciones contra el nuevo Gobierno. Un grupo de mujeres se enfrentó a los talibanes, que exigían que disolvieran una manifestación con la pretendían llegar hasta el Palacio Presidencial.
Fuera de sus fronteras, Putin ha ido un paso más allá en el debate internacional, anticipando que "no habría nadie con quien hablar" en Afganistán si ocurre la "desintegración". Pero es que hablar con los talibanes es algo que tanto la Unión Europea como Estados Unidos ven ya inevitable.