Maxim, de 22 años, acaba de terminar la universidad. En su país, Rusia, el siguiente paso obligatorio es hacer la mili. Por miedo a ir a la guerra decidió abandonar su país. Y lo hizo el día de antes de que cerrara el aeropuerto.
Según cuenta él mismo a las cámaras de laSexta, tenía dos opciones: o ir a luchar o abandonar Rusia, pues al no querer ir a la guerra hubiese terminado en la cárcel. "Los desertores cumplen en Rusia dos años de cárcel", cuenta.
A pesar de que allí tenían una vida hecha, no se lo pensó dos veces. Maxim tenía un gimnasio donde enseñaba gimnasia rítmica. " Yo no tenía pasaporte, tuve que sacarlo muy rápido", cuenta. Par él la guerra no era una opción. "Yo creo que los ucranianos somos hermanos, no quiero enfrentarme a ellos", explica.
Lo primero que han hecho al llegar a España es aprender español. Maxim juega con ventaja, pues su abuela le enseñó desde pequeño. Tanto él, como su pareja y su hijo pequeño han pedido protección internacional, pues al no ser ucranianos no pueden acogerse a la protección temporal. Esto complica su situación en España. Ivan García, responsable de Acogida de Cruz Roja, señala que los tiempos de espera para conseguir el permiso de trabajo van hasta los seis meses mientras que la protección temporal les autoriza a trabajar en 24 horas. De momento viven en Sueca, Valencia. Su intención es integrarse y disfrutar de las costumbres de España.