Francia sigue conmocionada por el incendio que ha asolado uno de sus símbolos más reconocibles: la catedral de Notre-Dame. Una emoción y solemnidad casi propias de un funeral se respiran en la capital gala, en la que se ha instalado una sensación de auténtico luto.
Anoche, en las multitudinarias vigilias, franceses y visitantes rezaban y cantaban por esta pieza irreemplazable, patrimonio de la humanidad.
Victoria, española en París, habla de "un shock enorme", que afecta a parisinos y turistas. "La imagen de la catedral ardiendo es increíble, está todo el mundo en silencio", cuenta. Por su parte, Fernando García relata que incluso "había gente tirada en el suelo, llorando, con ataques de ansiedad".
"Notre-Dame no son solamente piedras antiguas", afirma una ciudadana francesa, "representa valores y muchas cosas". "Hay cosas que no recuperaremos jamás", dice otra joven parisina, al borde de las lágrimas.
"Todo el mundo está triste, consternado", cuenta Juan Col, español en París, "se ha quemado un símbolo".
Francia sigue en shock, pero no paralizada por la tragedia: ya llueven las donaciones, públicas y privadas, para devolver a la vida a Notre-Dame.