La prueba de las palabras del primer ministro de Israel la hemos visto sobre el terreno. Ahí se ha demostardo cómo actúa el ejército israelí ante una protesta: disparando a matar. Ahora, el propio primer ministro lo reconoce sin tapujos.
"Pruebas todo tipo de métodos, no letales, y no funcionan. Te dejan con malas opciones", ha afirmado Netanyahu. Nadie lo diría, pero está hablando de asesinar a personas. Concretamente, a 62; entre ellas, niños. Precisamente, Hamás ha confirmado que 50 de los muertos son miembros suyos. El ministro de Defensa israelí carga contra ellos.
"Los líderes de Hamás son una pandilla de caníbales que tratan a sus propios hijos como munición", ha asegurado Avigdor Lieberman. El hospital en Gaza está desbordado ante los más de 2.700 heridos que se hallan allí intentando salvar la vida; un millar de ellos, de bala. Y, mientras, siguen los enfrentamientos.
Pero Netanyahu no pierde la sonrisa en la inauguración de la embajada en Jerusalén de Guatemala. Junto a Paraguay, han copiado a Estados Unidos, el gran valedor de Israel. Gracias a Trump, y sólo a él, no ha habido ninguna respuesta del Consejo de Seguridad condenando la salvaje represión.
De hecho, su representante ante la ONU llega a decir que esto ni siquiera tiene que ver con el traslado de su embajada. Los países de la UE se han mostrado preocupados por las muertes, pero se limitan a pedir proporcionalidad a Israel en su violencia. El papa ha mostrado su preocupación, pero es no basta para frenar a Israel.