En un mínimo instante, un parpardeo, pero casi le cuesta la vida a uno de los hombres más controvertidos de Brasil.
Jair Bolsonaro, el candidato ultradechista favorito para la primera vuelta, está en su ambiente, con los suyos, disfruta, cuando un puñal salido de la masa, tan rápido que sus guardaespaldas son incapaces de frenarlo, le alcanza en el abdomen.
Le taponan la herida cómo pueden y en volandas le llevan hasta un coche entre la multitud. El agresor, un antiguo militante izquierdista, es detenido y ahora se investigan sus razones. Él dice que fue una orden divina: "me lo ordenó dios desde el cielo".
Ya está estable y le han trasladado a Sao Paulo, aunque sigue con la campaña suspendida, o al menos la de fuera del hospital porque le ha faltado tiempo para mandar un mensaje.
Todavía no se sabe cómo se traducirá este ataque en términos electorales. Si la terrible puñalada se volverá o no gasolina para este amante de la dictadura, que ha hecho del odio una bandera muy rentable.