La imagen de los camiones de ayuda humanitaria ardiendo, dice Pomeo, retrata a Maduro. Le califica como "el peor de los tiranos" por no permitir el paso de la ayuda y sostiene que sus días están contados. Porque, asegura el secretario de Estado, Estados Unidos mantiene todas las opciones sobre la mesa respecto a Venezuela.
La misma expresión utilizaba en Twitter el presidente encargado. Palabras que sugerían una intervención militar. Tras el revuelo generado, matizaba: "Participaré en esa cumbre, en ese grupo, en esa reunión del grupo de Lima, para reunirme con todos los cancilleres de la región y también con el vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, para discutir posibles acciones diplomáticas".
Josep Borrell recuerda la postura española: "Hemos advertido claramente que no apoyaríamos y condenaríamos firmemente cualquier intervención militar extranjera".
El presidente colombiano, Iván Duque, pide mover ficha: "La comunidad internacional tiene la obligación de arreciar el cerco diplomático".
Lo decía en su visita a las zonas afectadas por los disturbios. Según Bogotá, los enfrentamientos con las fuerzas bolivarianas acabaron con 285 heridos. En la frontera de Brasil hubo incluso muertos y heridos de bala. El secretario general de la ONU está "consternado". Pide que no se utilice fuerza letal y llama a la calma. La Unión Europea condena la intimidación a quienes se movilizaron para intentar que entrara la ayuda.
El gobierno bolivariano rebaja la cifra de heridos a 42 y culpa de todo lo ocurrido a la oposición por intentar forzar la entrada de la ayuda. Para Maduro, una herramienta más de Trump en su estrategia para Venezuela.