Al papa Francisco le recibieron con una torre de dátiles y los cantos de algunos de los niños atendidos en un pequeño centro rural de Servicios Sociales que gestionan tres monjas españolas en Temara, en la periferia de Rabat.
El papa realizó, en la segunda jornada de su viaje a Marruecos, una visita completamente privada a este centro, que no fue televisada y a la que asistieron pocos medios. Con ella, Francisco quiso rendir homenaje a los pocos religiosos y religiosas que viven en este país y que se ocupan de los más desfavorecidos sin importarles su religión.
Sor Gloria, Sor Maria Luisa y Sor Magdalena pertenecen a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, más conocidas como vicentinas, y esperaron en el patio de este pequeño centro que da de comer hasta 150 personas la llegada del papa, algo "que nunca podían haber imaginado".
El papa saludó a las tres monjas españolas con las que debido a la facilidad del idioma se le vio muy relajado y se rió en varias ocasiones y a los siete colaboradores y una voluntaria que trabajan en este centro. En la más de media hora que pasó en el lugar, quiso saludar uno a uno a todos los presentes, sobre todo mujeres con sus hijos, pero se detuvo especialmente en las decenas de pequeños a los que vistieron con sus mejores galas para recibir al papa.