El nuevo presidente de Chile, el progresista Gabriel Boric, pidió a los chilenos trabajar juntos por "un nuevo Chile" en un histórico discurso con numerosos guiños al derrocado Salvador Allende (1970-1973) y recibido con "esperanza" entre sus partidarios y con escepticismo entre quienes no votaron por él.
"Quiero que sepan que no llegamos aquí solo para llenar cargos, para generar distancias inalcanzables, sino para entregarnos en cuerpo y alma al compromiso de hacer mejor nuestra patria", proclamó desde un balcón del capitalino Palacio de La Moneda, sede de Gobierno.
Entre ovaciones y al son de 'El pueblo unido jamás será vencido' y 'Chile despertó', miles de personas escucharon la intervención, un evento mucho más informal y cercano que la tradicional ceremonia de la mañana, en la que prestó juramento y recibió la banda presidencial de la mano de su antecesor, el derechista Sebastián Piñera. Junto a las banderas afines a Boric, el público también ondeaba telas de otros colectivos minoritarios: de los indígenas mapuches -que representan el 7% de la población-, el movimiento feminista o la comunidad de la diversidad sexual.
"El pueblo de Chile es protagónico (protagonista) en este proceso.No estaríamos aquí sin sus movilizaciones", señaló Boric durante su intervención, cargada de gestos hacia el feminismo, el ecologismo, economía social o diversidad.
El mandatario, que a sus 36 años es el presidente más joven y votado de la historia de Chile, arribó a la sede de Gobierno junto a la primera dama, Irina Karamanos, y tras saludar al público y desfilar delante de la guardia de honor, ingresó en el palacio para ofrecer sus primeras palabras. Para la politóloga de la Universidad de Chile, Daniela Campos, este primer discurso ha sido "muy emotivo y cargado de simbolismo".
"Habló de las mujeres, de las disidencias, de los pueblos imaginarios. Le dio mucho protagonismo al pueblo, pero también les advirtió de alguna manera que no podrá hacer todo en su mandato", dijo a Efe. "Hemos visto una toma de mando nueva, con mucha participación, menos acartonada, sin corbatas. Me parece interesante esta mezcla y cómo Boric va a modernizar las instituciones con componente popular”, puntualizó a Efe Julieta Suárez-Cao, de la Universidad Católica y Red de Politólogas.
Una vez más, el presidente citó al socialista Salvador Allende, que en 1973 y en el mimos palacio desde donde Boric ofrecía su discurso, fue derrocado durante un bombardeo que marcó el inicio de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). "Adelante siempre, sabiendo que pronto se abrirán las grandes alamedas por donde pasará el hombre libre, para construir una sociedad mejor", señaló más de medio siglo después de que Allende pronunciara las mismas palabras.
Este no fue el único gesto al expresidente socialista: antes de ingresar a La Moneda, Boric visitó y saludó la estatua que hay a las puertas del palacio, levantada en su honor, en un gesto de homenaje. El mandatario también puso en relieve a otros líderes chilenos como Eduardo Frei Montalva (1964-1970), Patricio Aylwin (1990-1994) o Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018).
Boric, que lidera una alianza entre el Partido Comunista y el Frente Amplio, trae bajo el brazo una amplia agenda social y, según los expertos, encarna los anhelos de quienes salieron a las calles en 2019 para reclamar más derechos sociales, mejor educación y salud. “Toda mi esperanza, presidente”, reza el cartel de Gladys Ovalle, una jubilada de la primera línea de público.
“Estamos aquí porque Chile va a cambiar. Tiene que cambiar la educación, porque los niños se endeudan mucho para estudiar, también la salud y las pensiones”, dijo a Efe. Moira Suyal, una indígena mapuche de 29 años, agregó por su parte que “nunca pensó que Boric fuera a pasar de líder estudiantil a presidente” en tan poco tiempo. “Estoy muy emocionada, llevamos años esperando a alguien así. Yo marché en las calles en 2011 junto a él, por una mejor educación, y ahora está liderando el país. Esto es muy emocionante. Él es el presidente del cambio”, señaló a Efe.
Boric insistió en su discurso en la idea "reparar las heridas que quedaron del estallido social", que dejó una treintena de fallecidos, miles de heridos y numerosas denuncias por violaciones a los derechos humanos hacia las fueras de seguridad. Asimismo agregó que promoverá "siempre" el respeto a los derechos humanos "sin importar el color del gobierno que los vulnere", en una clara referencia a los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
El exdiputado y antiguo líder estudiantil recalcó que el cumplimiento de sus metas "no será fácil", y aclaró que será necesario e invitó a todos a apoyar su proyecto, sus defensores y detractores, "porque los ojos del mundo están mirando". Entre los principales retos que citó figuran: el cambio climático, la crisis energética, la situación migratoria en la frontera norte o la violencia contra las mujeres y disidencias, citó.
"Cometeremos errores y lo deberemos enmendar con humildad escuchando siempre a los que piensan distintos, apoyándonos en el pueblo de Chile", manifestó. Para los expertos, su gobierno supone el inicio de una nueva era política, puesto que es el primer presidente ajeno a los dos grandes bloques de centro que gobernaron desde el retorno a la democracia en 1990 y trae bajo el brazo una agenda de cambios profundos y la idea de instalar en Chile un estado de bienestar.
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Para lograrlo, dijo rotundamente, "se necesita redistribuir la riqueza que producen quienes habitan nuestra patria". "Mi sueño es que, cuando terminemos, podamos mirar a nuestros hijos, a nuestras hermanas, a nuestras vecinas, y sintamos que hay un país que nos protege y acoge, que nos cuida, que nos garantiza derechos", concluyó.