Rafael Grossi es el máximo responsable de la energía atómica internacional. Él mismo ha comprobado en primera persona cómo puede afectar la voladura de la presa Nova Kajovka a la central ucraniana de Zaporiyia.
"Una de las consecuencias más graves ha sido la disminución del agua para enfriar la planta nuclear", indica Rafael Grossi, director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica. Ha pasado horas dentro buscando alternativas para evitar un desastre.
Un equipo de laSexta se ha desplazado hasta el Instituto de Radiología de Zaporiyia.
"Desde este lugar es donde los científicos están monitoreando a tiempo real cuales son los niveles de radiación en la zona. Especialmente porque Zaporiyia está muy cerca de esa gran central nuclear que está en Energodar. La central nuclear más grande de Europa, que está bajo el control ruso y hay miedo de que se pueda producir algún accidente", relata Alberto Sicilia, enviado especial de laSexta a Ucrania.
En caso de que eso suceda, allí se encargarán de detectar el peligro y decidir cómo actuar. Luba, directora del laboratorio, muestra la pastilla de yodo que tendrían que ingerir ante una supuesta emergencia.
Con una unidad móvil controlan la radiación en cada punto de la ciudad porque un accidente supondría graves problemas que irían mucho más allá de la zona en la que se origina.
"La pluma radiactiva se extendería a países como Moldavia o Rumanía", sostiene Taras Tyschenko, director de salud pública de Zaporiyia. Él sería el responsable de coordinar la operación en caso de fuga, un desastre de consecuencias impredecibles que tiene en vilo a la comunidad internacional.