Oksana, madre de una niña que sobrevivió al ataque ruso, cuenta a laSexta cómo, angustiada, buscó a su hija entre los escombros tras el ataque ruso al hospital infantil de Kyiv. "Sentí el olor a muerto; había un olor a quemado que venía del cohete", expresa la mujer, quien recuerda cómo vio a lo lejos que el hospital donde su hija estaba ingresada recibiendo diálisis desapareció en cuestión de segundos. "Di vueltas por el edificio, y vi que todo estaba pulverizado", señala.
Sin embargo, milagrosamente, su hija se salvó, y ambas ahora, refugiadas en otro hospital, dan gracias a Dios por el milagro, aunque no dejan de soñar con esas tortuosas imágenes. "No podía respirar; un trozo de pared se me había metido en la garganta", cuenta Solemia Fomeniuk, hija de Oksana.
Al igual que ellas, Anhelina vivió un auténtico infierno. La madre dice que ella tampoco estaba con su hijo, Vova, cuando el misil reventó el hospital. "Solo recuerdo su voz cuando me dijo que estaba vivo; no recuerdo cómo llegué al hospital, sino solo cuando lo abracé", expresa.
En el momento del impacto, había más de 670 pacientes infantiles en el hospital. Muchos de ellos consiguieron salir intactos del brutal ataque gracias a sus enfermeros y enfermeras que tiraron de ellos. "Me desperté y todo estaba blanco; las enfermeras nos sacaron por la ventana", recuerda Andrei, un niño huérfano que sobrevivió al ataque.
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El hijo de Olenxander, de tan solo nueve años y con parálisis cerebral, o el de Ludmyla, también consiguieron salvar su vida. Ahora, nos dicen, su mayor preocupación es evitar que sus hijos sufran.