La Unión Europea ha aprobado este lunes definitivamente la primera normativa de su historia que obliga a los Estados miembros a restaurar la naturaleza, y no sólo a protegerla, tras una tortuosa tramitación con sorpresas hasta el último instante para cerrar un expediente que casi tumba Hungría y que ha terminado salvando Austria.
En la víspera de la votación de este lunes, Viena pasó al bando del 'sí' y eso ha permitido que el Consejo de la UE alcance por la mínima la mayoría cualificada necesaria: un 66,07% de la población de la UE, justo por encima del 65% requerido.
El reglamento estaba ya negociado y pactado entre los propios Estados, y también con el Parlamento Europeo, que lo aprobó el pasado febrero en sesión plenaria. Sólo precisaba la adopción formal de los Veintisiete, pero casi descarrila en la línea de meta por un súbito cambio de posición de Hungría, que en marzo se unió a los detractores, cuando el Consejo sólo tenía que confirmar el texto.
"Dejemos atrás nuestra ideología y vamos a trabajar juntos", dijo en el consejo de ministros de Medioambiente que debatía el texto el comisario europeo responsable de esta cartera, Virginijus Sinkevicius. El eurocomisario había calificado el atasco como "preocupante" para la credibilidad de los estamentos comunitarios; críticas a las que se sumaron países como Grecia, Alemania o Dinamarca, y que la titular española, Teresa Ribera, calificó como una "película de terror" institucional.
¿Qué es este acuerdo?
La Comisión Europea presentó en junio de 2022 la Ley de Restauración de la Naturaleza para reparar al menos el 20% de los ecosistemas degradados en 2030 y todos ellos para mitad de siglo, incluidas las tierras de cultivo. El objetivo es acompasar la legislación comunitaria con los acuerdos sobre biodiversidad de Naciones Unidas, pero el texto se ha ido convirtiendo en un símbolo de la batalla ideológica en torno a la agenda verde, ganando intensidad a medida que se iban acercando las elecciones europeas del pasado 9 de junio.
La ley ha sufrido trasquilones en el Consejo de la UE y ha superado por la mínima una larga serie de agónicas votaciones en el Parlamento Europeo, donde ha sido blanco de una agresiva campaña del presidente del Partido Popular Europeo y del grupo en la Eurocámara, Manfred Weber, del influyente 'lobby' agrícola Copa-Cogeca y de los partidos de ultraderecha.
Finalmente, y entre otros puntos, el reglamento establece obligaciones para corregir la disminución de polinizadores, recuperar el 30 % de las turberas vaciadas para uso agrícola, no reducir espacios verdes urbanos o eliminar barreras artificiales en los ríos de la UE.
Las reacciones al acuerdo
Se trata del cuarto expediente en los últimos dos años y medio que, una vez negociado y pactado, el Consejo reabre en el último minuto, tras la Directiva de Renovables, que bloqueó Francia, y las leyes para que no se puedan vender vehículos que emitan CO2 a partir de 2035 y de diligencia debida para las empresas, que frenó Alemania.
Ahora, tras el bloqueo húngaro, el nuevo giro de guión lo ha protagonizado la ministra austríaca de Medioambiente, la ecologista Leonore Gewessler, quien de nuevo ha inclinado la balanza a favor de la biodiversidad al interpretar que está legalmente habilitada para apoyar el texto debido a un cambio de equilibrios a nivel federal en su país.
"En 20 o 30 años, cuando le enseñe la belleza de nuestro país a mis nietas y me pregunten qué hiciste tú, les diré que todo lo que pude para preservarla", dijo a su llegada al consejo la ministra austríaca de Medioambiente, la ecologista Leonore Gewessler. Pero su cambio de posición ha generado una fractura en el Ejecutivo de su país, que celebra elecciones legislativas en septiembre, por el rechazo frontal de su socio de gobierno, el Partido Popular (ÖVP), que considera que no ha respetado la legislación federal.
El Gobierno de Austria que lidera el conservador Karl Nehammer presentará un recurso de anulación ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), según la agencia local APA. El reglamento se ha adoptado finalmente con los votos a favor de Bulgaria, República Checa, Dinamarca, Alemania, Estonia, Irlanda, Grecia, España, Francia Croacia, Chipre, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Austria, Portugal, Rumanía, Eslovenia, Eslovaquia, el voto en contra de Italia, Hungría, Países Bajos, Polonia, Finlandia y Suecia y la abstención de Bélgica.
"Es una muy buena noticia para todos los europeos, pero para la biodiversidad en su conjunto también a nivel mundial", dijo a EFE y otros medios de comunicación tras el voto Ribera, quien agregó que ahora será necesario "diálogo" y "acompañamiento", además de "un compromiso con el sector primario", que señaló como el sector que más necesita una naturaleza viva.