La cerceta pardilla es fácilmente reconocible: es pequeña, con el contorno de los ojos oscuro y una coleta característica. Podría tratarse de un pato más, como los que habitan en los lagos de numerosas partes de nuestro país. Podría serlo si no fuera el ánade más amenazado de Europa y que solo cría en nuestro país.
Ahora, una iniciativa española financiada con fondos europeos pretende sacar a la cerceta pardilla de la lista de siete especies en situación crítica de nuestro país. La progresiva desaparición de los humedales, su zona de cría, ha provocado que poco a poco la población disminuya.
Porque hasta mediados del siglo pasado, la cerceta pardilla abundaba en las zonas más húmedas de nuestro país. Las marismas del Guadalquivir o El Hondo, en las Salinas de Santa Pola concentran gran parte de la especie.
Pero el cambio climático ha hecho mella y ahora las parejas reproductoras han caído en picado. De acuerdo con el último recuento, hay87 parejas reproductoras en nuestro país. La cifra es positiva en comparación con años anteriores, pero todavía inferior a la plena sostenibilidad de la especie.
Cría en cautividad y recuperación de terreno
El LIFE+ Cerceta Pardilla, otorgado en la convocatoria de 2019 de este programa europeo, investiga las especificidades de este pato y también se dedica a la cría en cautividad de los mismos. Es, por ejemplo, lo que hacen en el Centro La Granja de El Saler, en Valencia.
"Trabajamos con ejemplares que nacen ya en cautividad y los acostumbramos a nosotros", explica en conversación con laSexta el jefe de Vida Silvestre de la Consellería de Agricultura y Transición Ecológica de la Generalitat valenciana, Juan Antonio Gómez López.
En este centro cuidan a los patitos en un entorno protegido donde después los emparejan, con el objetivo de ponerlos después en libertad en sus entornos naturales y ya preparados para hacer frente a la vida silvestre.
La otra pata del proyecto busca conservar su hábitat, los humedales, recuperando 3.000 hectáreas de terreno para que puedan reproducirse en libertad y en un entorno adaptado a sus necesidades.
El cultivo y las especies invasoras
"Hoy por hoy, cada vez quedan menos humedales: se desecan para ponerlos en cultivo, aparecen especies invasoras...", enumera Marcos Fernández, trabajador del centro de recuperación de fauna Santa Faz, en Alicante.
El centro se encuentra en las cercanías del Parque Natural de El Hondo, uno de las principales localizaciones de la cerceta pardilla. En septiembre se liberaron 40 ejemplares de este pato migratorio y, precisamente para conocer sus costumbres y si realiza sus vuelos migratorios, se les ha marcador que sigue sus rutas. Su destino principal: el norte de África.
"Al norte de África han cruzado ocho ejemplares pero solo uno de ellos ha logrado completar la ruta y volver a España", certifica el profesor del área de Ecología de la Universidad Miguel Hernández, Francisco Botella.
Este proyecto, que coordina la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, cuenta con un presupuesto de 6,3 millones de euros para su desarrollo entre enero de este año y diciembre de 2025. De esta cantidad, 4,7 millones proceden directamente de fondos europeos.
El LIFE Cerceta Pardilla fue uno de los tres proyectos destinados a proteger la biodiversidad en nuestro país aprobados en la convocatoria de 2019 del programa. Otros dos fueron destinados a proteger aloso pardo y al lince ibérico. En el mapa bajo estas líneas puedes encontrar más información sobre los otros dos proyectos y su localización.
Los proyectos LIFE cuentan con un presupuesto específico de la Unión Europea para luchar por la protección medioambiental y contra el cambio climático desde 1992. Su nombre ‘técnico’ es el de Programa de Medio Ambiente y Acción por el Clima. Se trata del único fondo dedicado por entero a objetivos medioambientales y climáticos. Esto incluye desde proteger la biodiversidad hasta avanzar en la transición a fuentes de energía más limpias o luchar contra la emergencia climática.
En total, desde su puesta en marcha hace casi dos décadas se han cofinanciado más de 4.500 proyectos. Esto ha supuesto movilizar inversiones por valor de 9.000 millones de euros y ha contribuido con más de 4.000 millones de euros a la protección del medio ambiente y del clima.
España ha sido una de las grandes beneficiarias de estos fondos europeos ya que en nuestro país se han desplegado 893 proyectos LIFE, casi una quinta parte de todos los proyectos financiados. En total se han invertido 1.555 millones de euros, de los cuales 781 millones han salido directamente de las Cuentas europeas.
Que España sea un gran receptor de los fondos LIFE se explica en parte porque es el país de la UE con una mayor superficie terrestre protegida: 138.000 km2 en 2018. Casi un 30% de dicho territorio está integrado en la llamada red Natura 2000, una red ecológica europea de áreas de conservación de la biodiversidad.
Además, en la península hay más de 600 especies silvestres en régimen de protección especial, 198 en peligro de extinción y 139 en situación vulnerable, lo que justifica también que España ha sido receptor de gran parte de la inversión europea.