Aunque estén lejos del campo de batalla, no lleven uniforme militar y sus armas sean los mandos de las consolas, los 'gamers' se han convertido en una de las partes más importantes del ejército de los Estados Unidos.
Tienen su equipo oficial de eSports, juegos electrónicos y tienen una misión fundamental: mostrarle a los jóvenes cómo mola eso de ser soldado.
"A los 13 años es cuando, según algunos estudios, se toma la decisión de qué quiero ser de mayor. Entonces están invirtiendo muchísimo dinero. De hecho, se calcula que para 2028 van a ser 28.000 millones de dólares en precisamente formar equipos de eSport", explica Alberto Venegas Ramos, investigador de la Universidad de Murcia y profesor de Historia.
Los eventos de videojuegos se han convertido en su lugar predilecto de reclutamiento. "Transmiten el mensaje de lo divertido que es ser un soldado, lo bien que te lo pasas siendo un soldado y oye, te lo pasas bien en los videojuegos, ¿por qué no pasas a ser un soldado?", indica Ignacio Medel Marchena, profesor de Geografía e Historia y experto en uso de videojuegos como herramienta pedagógica.
Y sus juegos favoritos son, cómo no, los de guerra. "Una guerra totalmente fantasiosa en la que tú recibes un disparo, pero te cubres un momento y mágicamente te curas. Encuentras munición por todos los sitios. Las mecánicas están diseñadas para que tú seas un héroe", añade Medel Marchena.
La industria de videojuegos trabaja codo con codo con el ejército y con las empresas armamentísticas de Estados Unidos: "Cualquier arma real que salga en un videojuego tiene que pagar una licencia de uso, una licencia comercial, con lo cual también se está financiando de esa forma a la industria armamentística".
Unas tácticas de reclutamiento que han ido actualizándose y adaptándose a la historia. Estados Unidos pasó de los carteles del Tío Sam en la Gran Guerra a los cortometrajes de Disney en la II Guerra Mundial y ahora acuden incluso a las escuelas con gafas de realidad virtual para los niños.
Hacen de la guerra algo atractivo, falso, y, por supuesto, no les importa la falta de ética