Masas que visitaban sus tiendas solo para hacerse una foto con ellos. Gente aplaudiendo con fuerza cuando los modelos salían. Sí, así era la marca Abercrombie. Así era el paraíso de Abercrombie. Así parecía ser, mejor dicho, el paraíso de Abercrombien. Porque la realidad era bien diferente. Porque los modelos, para llegar a los escaparates, tuvieron que vivir un auténtico infierno.
Víctimas de explotación sexual. Víctimas de abusos. Víctimas de Mike Jeffries, ex director ejecutivo de la marca estadounidense. Él los atraía con la promesa de convertirlos en estrellas, pero el camino era un tormento.
"Personas poderosas llevan demasiado tiempo traficando y abusando de jóvenes con pocos recursos y un sueño, el de conseguir una carrera exitosa en la moda o el entretenimiento, para su propio placer".
Todo lo hizo junto a su pareja y socio, Matthew Smith, y con James Jacobson, que actuaba de intermediario. Le pagan para reclutar jóvenes y para sobornarlos y que participaran en "eventos y fiestas" en los que los drogaban para realizar diversos actos sexuales.
Jeffries se ha declarado inocente. Tras pagar una fianza de 10 millones de dólares, está en libertad vigilada.