Cada 2 de julio, la ciudad de Matera, en el sur de Italia, se transforma en el escenario de una de las festividades más antiguas, queridas y polémicas: la Madonna della Bruna. Este evento, que combina fervor religioso, tradición cultural y un toque de emoción, atrae a miles de fieles y curiosos de todo el mundo. Sin embargo, la festividad también es conocida por los incidentes que ocurren durante la esperada destrucción del carro triunfal.
La jornada comienza con la Procesión de los Pastores al amanecer. Esta procesión parte de la Catedral de Matera y recorre las calles del casco antiguo, acompañada por cantos y rezos. A continuación, se celebra una misa solemne en la catedral, donde se bendice la estatua de la Virgen.
Uno de los momentos más esperados es la colocación de la estatua en un carro triunfal ricamente decorado. Este vehículo, confeccionado con materiales ligeros y adornado con flores y símbolos religiosos, es transportado por las principales calles de Matera. A lo largo del trayecto, la multitud se congrega para rendir homenaje a la Virgen, creando un mar de fe y devoción.
El punto culminante de la festividad llega al final de la procesión, con la destrucción ritual del carro triunfal. Según la tradición, esta destrucción simboliza el triunfo del bien sobre el mal y es un momento de gran entusiasmo para los participantes. Una vez que el carro llega a su destino final, los fieles se apresuran a desmantelarlo, llevándose trozos como recuerdos o amuletos de buena suerte.
A pesar de la alegría que rodea este ritual, la destrucción del carro triunfal no está exenta de incidentes. La emoción del momento y la gran cantidad de personas presentes generan situaciones de riesgo. Empujones, caídas y tumultos son comunes, y en algunos años, estos incidentes han resultado en lesiones leves para algunos participantes.
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La masividad del evento y la energía acumulada crean un ambiente donde es fácil perder el control. Las autoridades locales son conscientes de estos riesgos y, por ello, implementan medidas de seguridad adicionales. Durante la festividad, se despliega un amplio operativo de seguridad que incluye la presencia de policías, bomberos y personal sanitario. A pesar de estos esfuerzos, el fervor y la impaciencia de los asistentes pueden hacer que el control sea complicado. En esta edición, los servicios sanitarios atendieron a 10 personas, según reportes de la RAI.