Vladímir Putin no está contento con la fiesta que se ha celebrado en Moscú. Allí acudieron muchos famosos rusos "casi desnudos" en plena guerra en Ucrania, algo que ha desatado la ira del Kremlin. Tanto es así que un rapero que asistió únicamente con un calcetín 'escondiendo' su pene ha sido condenado a 15 días de prisión.
Los hechos ocurrieron en la discoteca Mutabor de Moscú el pasado día 21 de diciembre. La fiesta fue organizada por la bloguera Anastasia 'Nastya' Ivleeva y a ella asistieron conocidos cantantes en ropa interior o con trajes diminutos. Los patrocinadores de algunos de estos artistas han roto sus contratos con ellos.
Dmitry Peskov, portavoz de Putin, pidió a los periodistas que le perdonasen por no comentar públicamente sobre este escándalo: "Permítanos que usted y yo seamos los únicos en el país que no discutamos este tema". Maria Zakharova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, asegurío que el evento había "manchado" la reputación de quienes participaron, según el medio de comunicación Ura.ru.
Durante días, las autoridades, los legisladores y blogueros pro-Kremlin, así como los medios estatales y los grupos de la Iglesia Ortodoxa han dedicado titulares muy duros contra los asistentes. La bloguera Ivleeva, que ha pedido en dos ocasiones disculpas, aparece en los vídeos mostrando una cadena de esmeraldas alrededor de su trasero valorada en 23 millones de rublos (251.000 dólares) en un momento en que muchos rusos luchan por salir adelante.
Las autoridades han abierto una investigación que conlleva una posible pena de prisión de cinco años para la bloguera y un tribunal de Moscú ha aceptado una demanda de un grupo de personas que piden que pague 1.000 millones de rublos (10,9 millones de dólares) por "sufrimiento moral". Si tienen éxito, quieren que el dinero se destine a un fondo estatal que apoye a los veteranos de la guerra en Ucrania.
El escándalo se produce en un momento en que Putin, de quien se espera que gane cómodamente otro mandato de seis años en las elecciones de marzo, ha redoblado su apuesta por el conservadurismo social, instando a las familias a tener ocho o más hijos, y después de que la Corte Suprema de Rusia dictaminase que los activistas LGBT deberían ser designados como "extremistas".