Las escuelas, universidades, instituciones públicas y negocios privados cierran (día laborable para la mayoría de palestinos) sus puertas en Cisjordania, Jerusalén Este y en Gaza, tras el llamamiento ayer a la jornada de luto del presidente palestino, Mahmud Abás. En la Franja se llevarán a cabo los funerales y entierros de los 16 fallecidos -la mayoría de ellos jóvenes en la veintena- en la marcha organizada con ocasión del Día de la Tierra, en la que cada año los palestinos conmemoran la muerte por Israel de seis árabes israelíes en Galilea en 1976 cuando protestaban contra la confiscación de tierras.

Según fuentes palestinas, unas 40.000 personas participaron en las protestas de ayer (30.000 según el Ejército israelí) y más de 1.400 fueron heridas: 800 de bala y otras 600 por inhalación de gases. Una veintena de los heridos se encuentran en estado crítico. Abás pidió en un discurso en Ramala protección internacional para el pueblo palestino. El secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó estar "profundamente preocupado" sobre los disturbios en Gaza y pidió una "investigación independiente y transparente" de los hechos.

Palestinos huyen de gases lacrimógenos durante los enfrentamientos con soldados israelíes

La organización expresó su temor de que la situación en Gaza continúe deteriorándose en los próximos días y pidió a Israel que sólo utilice la "fuerza letal" como último recurso, en una reunión de urgencia convocada por el Consejo de Seguridad a iniciativa de Kuwait.

Las manifestaciones de ayer tuvieron lugar en cinco puntos de la Franja cercanos a la frontera, donde el movimiento islamista Hamás ha instalado tiendas de campaña, agua y enfermerías, y ha convocado a mantener una protesta durante mes y medio, hasta la conmemoración el 15 de mayo del 70 aniversario de la Nakba (Catástrofe), en que los palestinos marcan el inicio de su desposesión y exilio por la creación del Estado de Israel en 1948.

Los organizadores aseguraron que las marchas serían pacíficas y que no habría lanzamiento de piedras contra los soldados israelíes, apostados del otro lado de la divisoria, y que habían destacado a un centenar de tiradores y reforzado la seguridad ante el riesgo de ataques o infiltración en su territorio. Si bien al principio la marcha transcurrió en calma, más tarde hubo manifestantes palestinos que se acercaron a la verja más de lo permitido. El Ejército israelí aseguró que respondió al lanzamiento de piedras, de neumáticos ardiendo y de cócteles molotov contra su territorio con disparos, granadas de estruendo y gases lacrimógenos contra los que considera principales instigadores de la protesta.