"Me he sentido humillada. Realmente se necesita mucha paciencia para escuchar todo lo que escucho en esta sala". Esta frase de Gisèle Pelicot resume lo que ha sido la sesión del juicio de este miércoles en Aviñón, Francia.
Gisèle es la victima, la mujer drogada por su marido y violada por 70 hombres. Se juzga a su marido y a 50 violadores más y este miércoles la defensa de los acusados la ha puesto en la diana con preguntas y ataques insoportables e indecentes. Incluso le han llegado a preguntar si ella participaba en la elección de sus violadores. Por su parte, Gisèle ha tenido que defenderse asegurando que evidentemente no participaba, que jamás dio su consentimiento a nadie y que es absolutamente abominable pensar eso.
Han sido tan brutales esos ataques a Gisèle que ha llegado a decirle al tribunal que tenía la impresión de que ella era la culpable y que, por tanto, los 50 acusados que se sientan detrás de ella, los violadores, parecían las víctimas.
Los ataques de las defensas han ido a más tratando de poner en duda si Gisèle pudo haber consentido, y lo han hecho mostrando fotografías suyas practicando sexo con su marido, como si eso la convirtiera en una mujer que pudo llegar a consentir depravaciones, no "violaciones" porque esa palabra la defensa no la pronuncia.
Pero es que en la segunda tanda de fotos han mostrado imágenes de una mujer con dos hombres en una cama y ahí Gisèle ha estallado con un "no soy yo". Hasta tal punto de manipulación ha llegado la defensa porque se ha probado que efectivamente no era ella.
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Una presión y una humillación que Gisèle tiene que soportar dentro de la sala y fuera. Como se puede ver en las imágenes que acompañan esta noticia, Gisèle entra al tribunal por la misma puerta que sus violadores. Entra y sale pegada a ellos cada día, junto a sus violadores, aquellos hombres que la violaron 200 veces.