La Cámara de Diputados dio su confianza al candidato con 350 votos a favor, 236 en contra y 35 abstenciones, con lo que superó ampliamente el umbral de 316 apoyos que se requieren para la mayoría absoluta.
Con esta votación, el Gobierno de Conte fue formalmente investido, después de una primera sesión en el Senado, donde recibió el martes 171 apoyos, 117 rechazos y 25 abstenciones.
En ambas cámaras fue apoyado por el M5S, por exmiembros de este partido expulsados al Grupo Mixto y por la Liga, mientras que fue rechazado por la conservadora Forza Italia, el Partido Demócrata (PD, centroizquierda) y Libres e Iguales (izquierda), entre otros.
Se abstuvieron los senadores y diputados de la ultraderechista Hermanos de Italia y algunos autonomistas de regiones del norte del país. De este modo, tres meses después de las elecciones del 4 de marzo, el nuevo Gobierno de Italia entrará plenamente en funciones y lo hará para aplicar un programa que plantea "un cambio radical".
En su discurso ante los diputados, Conte defendió su apuesta por la simplificación y la digitalización de la administración pública, una mayor atención a la depauperada Italia meridional, una lucha sin cuartel frente a la corrupción y una justicia más accesible.
También abogó por "secundar" las peticiones de mayor autonomía de las regiones, por impulsar infraestructuras teniendo en cuenta el balance "coste-beneficio" y por favorecer "un crecimiento social y económico" mediante la "reducción progresiva de la deuda".
En cuanto a esta última cuestión, Conte, representante de un Ejecutivo contrario a la austeridad, avanzó que negociará "a nivel europeo" para ilustrar "su dirección política" y confió en "tener la firmeza y la resolución para ser escuchado".
En su intervención -aplaudida sólo por la bancada del M5S y la Liga y en ocasiones bronca por las protestas de algunos diputados- aludió de nuevo a la Unión Europea (UE) al hablar del fenómeno migratorio, sobre el que los partidos que lo apoyan han hecho su campaña.