El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha hecho eco del devastador incendio que ha asolado la catedral de Notre-Dame, en París. El mandatario norteamericano recomendó a los bomberos franceses usar helicópteros para verter agua sobre el fuego desde el cielo.

Pero ¿por qué no era adecuado llevar a cabo esta acción en un incendio de este tipo? Los propios bomberos que trabajaban en las labores de extinción respondieron a Trump: eso hubiera dañado aún más la estructura del edificio.

Cuando llegan al incendio, los bomberos se encuentran con un dilema: deben apagar el fuego del tejado de madera que cubre la catedral. Pero al hacerlo pueden destruir las bóvedas de piedra que hay debajo, lo artísticamente mas importante.

Eso les obliga a descartar la técnica más habitual en estos casos: lanzar agua desde helicópteros. Es lo más rápido pero tanta agua de golpe habría derrumbado la bóveda de piedra, así que lo descartan.

No solo eso. Una maniobra de este tipo podría también haber provocado daños en todos aquellos efectivos que trabajan en la zona para apagar el fuego en Notre-Dame.

La catedral de Notre Dame tras el incendio

También descartan el plan B: una táctica ofensiva atacando desde dentro, subiendo al tejado, ya que el fuego estaba demasiado extendido y podía caerles encima.

Así que recurren a la tercera técnica, la defensiva. Atacar desde fuera subidos a grúas. Pero tienen otro problema, no pueden echar demasiada agua o tirarán lo que intentan salvar: el techo de piedra.

Este incendio ha supuesto un duro golpe para la comunidad gala, pues, además de ser uno de los grandes atractivos turísticos de París, es un símbolo de la cultura a nivel mundial.

En España, sucedió un hecho similar. Un rayo incendió el techo de la Catedral de León en 1966, y al igual que Notre-Dame, no se derrumbó debido a la intervención de uno de los canteros, Andrés Seoane, que impidió que se vertiera agua sobre el templo.

Incendio de la Catedral de León en 1966.