Existe una creciente inseguridad entre la población a nivel mundial. Al menos seis de cada siete personas se sienten inseguras a pesar de los avances registrados en materia de desarrollo. Es la advertencia que lanza el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Y van más allá, porque establecen una relación directa entre los sentimientos de inseguridad y la pérdida de confianza. Las personas con una mayor sensación de inseguridad tienen tres veces menos probabilidades de confiar en los demás.
Si a ello sumamos la presencia de conflictos, que afectan a 1.200 millones de personas en todo el mundo, el futuro no es prometedor. Otro dato: en 2021, a pesar de alcanzarse el PIB más alto de la Historia, la esperanza de vida a nivel mundial se redujo por segundo año consecutivo, con un descenso promedio de 1,5 años si se compara con la tendencia anterior a la pandemia.
¿Qué estamos haciendo mal como humanidad? En su informe 'Las nuevas amenazas para la seguridad humana en el Antropoceno', el PNUD desvela que, a pesar del progreso, la sensación de seguridad se encuentra por debajo del mínimo en casi todos los países, incluso con aquellos que presentan elevados niveles de educación, riqueza y asistencia médica.
Al contrario de lo que se pudiera pensar, la población de países desarrollados también presentan un mayor grado de casos de ansiedad que hace diez años. Llegados a este punto, ¿se le puede poner remedio? La propia ONU apunta a la solución haciendo un llamamiento a reforzar la solidaridad internacional y poner en marcha medidas que permitan a las poblaciones vivir sin miedo y con dignidad.
Ansiedad e inseguridad ya antes de la pandemia
"A pesar de que el mundo disfruta de una riqueza sin precedentes, la mayoría de las personas sienten preocupación por el futuro, sentimientos que probablemente se han visto exacerbados por la pandemia", ha señalado el administrador del PNUD, Achim Steiner, que ha indicado que en "nuestro afán desenfrenado por el crecimiento económico seguimos destruyendo nuestro entorno natural mientras aumentan las desigualdades, tanto dentro de los países como entre ellos".
Así, ha matizado que "es hora de prestar atención a las señales que emiten las sociedades que sufren un estrés inmenso y redefinir el verdadero significado de progreso. Necesitamos un modelo de desarrollo adecuado para este objetivo que esté construido alrededor de la protección y la restauración de nuestro planeta, y que ofrezca nuevas oportunidades sostenibles para todos", ha aseverado.
Steiner ha hecho hincapié en que "nunca ha sido más evidente el imperativo de actuar sin demora" dado que los datos "muestran un descenso en la esperanza de vida a nivel mundial por segundo año consecutivo, en parte debido a la pandemia y al empeoramiento de todos los parámetros de medición del desarrollo humano".
El cambio climático: la otra gran amenaza
El cambio climático podría convertirse en unas de las "principales causas de mortalidad en el mundo" aún con una reducción de las emisiones. Según sus propias estimaciones, el aumento de las temperaturas podrían provocar la muerte de 40 millones de personas de cara a finales de siglo. Los autores del informe han señalado que la lucha contra estas amenazas exigirá que los responsables políticos "las aborden de forma conjunta teniendo en cuenta, además, los principios de protección, empoderamiento y solidaridad de manera que se creen sinergias y no contradicciones entre la seguridad de las personas, la salud del planeta, y el desarrollo humano.
Apuesta por la solidaridad global
"Uno de los aspectos fundamentales de acción práctica destacados en el informe apunta a fortalecer un sentido de solidaridad global a partir de la idea de seguridad común. Esta idea asume la noción de que la seguridad de una comunidad depende de la seguridad de las comunidades adyacentes", ha aseverado la secretaria general adjunta de Naciones Unidas y directora de la oficina de crisis del PNUD, Asako Okai. Y la pandemia ha sido un gran ejemplo que nos ha hecho aprender de la peor forma posible. Para Okai, el virus ha recordado que "los países se ven en gran medida incapaces de prevenir la propagación transfronteriza de las nuevas variantes" y que el esfuerzo debe ser global y coordinado.