"Un problema endémico", así se calificaron las violaciones que más de 25.000 menores sufrieron por parte de 400 religiosos en Irlanda.
Nueve años de investigación que desembocaron en un informe que desvelaba los macabros actos de miembros de la iglesia durante décadas.
Sacó a luz una compleja red de encubrimientos que llegaba hasta la jerarquía de la iglesia y autoridades del Estado. Sabían lo que pasaba y en vez de denunciarles, transferían a los pederastas a otros centros, siendo conscientes del peligro que suponían.
El papa Benedicto XVI pidió perdón a las víctimas en una carta pastoral y ordenó una investigación. Numerosos obispos presentaron su renuncia.
Las víctimas criticaron que el papa no ordenase ninguna reestructuración de la iglesia en Irlanda ni asumiese culpa alguna.
Las cicatrices aún siguen abiertas en Irlanda, justo cuando el papa Francisco visita el punto cero de la pederastia en la iglesia católica. Y lo hace con un nuevo y masivo escándalo a su espalda: los mas de 1.000 menores abusados por 300 curas en Pensilvania.