Como si de una coreografía se tratase Benjamin Netanyahu ha depositado su voto junto a su mujer para ser reelegido primer ministro por quinta vez.
Además, ha apelado a la ayuda divina: "Con la ayuda de dios, el Estado de Israel ganará", ha asegurado. Acto seguido, el presidente israelí se ha hecho un 'selfie' en la mesa electoral.
Calcada ha sido la puesta en escena de su rival Benny Gantz. "Necesitamos empezar una nueva historia", alegaba el exmilitar y de centro, que es el favorito para ganar las elecciones; aunque eso sí, los sondeos apuntan a que Netanyahu podría revalidar su cargo gracias al apoyo de otros partidos a pesar de estar acusado de presunto soborno, fraude y abuso de poder.
En ello ha influido de forma considerable el apoyo de Trump. La sincronía entre ambos mandatarios es visible hasta en sus estilismos y el reconocimiento de Estados Unidos de la soberanía israelí sobre los Altos del Golán. Las bazas de Netanyahu son la ampliación del Estado de Israel y la inexistencia de planes de paz con Palestina.
En campaña, su ministra de Justicia incluso ha parodiado un anuncio de perfumes para aquellos que la acusan de fascista, promocionando una supuesta colonia llamada 'Fascismo' que "huele a democracia". Tampoco ha pasado desapercibida la campaña de Netanyahu, que cierra la puerta a sus imitadores para vencer una vez más.