Un joven de 16 años atacó el viernes dos escuelas de la ciudad brasileña de Aracruz disparando de forma indiscriminada, con lo que causó la muerte de tres personas e hirió a otras trece. Los fallecidos son dos profesores y un alumno de primaria de once años, mientras que otras cuatro personas, entre ellos una niña, se encuentran internadas en estado grave, según informaciones oficiales.
El agresor, exalumno de uno de los centros educativos, fue arrestado horas después del ataque y confesó el crimen, que dijo haber planificado durante dos años, pero no explicó el motivo. Las autoridades han adelantado que el pistolero es un exalumno de 16 años de la Escuela Pública de Aracruz e hijo de un teniente de la policía. De hecho, las pistolas que tuilizó son armas reglamentarias de su padre.
El joven accedió a la escuela Primo Bitti por la mañana, en horario lectivo, forzando el candado de la puerta trasera del centro educativo, donde estaba matriculado hasta el pasado junio. Se dirigió a la sala de profesores, ubicada a 20 metros de la puerta, y abrió fuego a discreción contra once maestros, que se encontraban reunidos en una pausa entre las clases. "Accedió a la sala de profesores durante el recreo y los sorprendió", explica Márcio Celante, secretario de Seguridad Pública Regional de Espíritu Santo. Dos de esos profesores han muerto y otros nueve han resultado heridos.
Tras acabar con la vida de estos dos maestros, salió de la escuela y fue al Centro Educacional Praia do Coqueiral, un colegio privado situado en la misma avenida, disparó contra varios niños y huyó. En este segundo ataque mató a un estudiante de 11 años y dejó heridas a otras cuatro personas.
Dos años planificando el ataque
La Policía logró localizarlo y arrestarlo horas más tarde, en una casa de la familia situada en el estado de Espíritu Santo, en el este del país. Tras ser detenido, confesó el crimen, hizo un relato con calma de los hechos y dijo que llevaba dos años planificando el ataque, pero sin detallar sus motivos.
El gobernador de Espíritu Santo, Renato Casagrande, dijo en una rueda de prensa que el joven tiene un "problema de salud mental" por lo que recibe atención psiquiátrica. En el momento del ataque, llevaba en la ropa una cruz esvástica, por lo que las autoridades investigan si pertenece a alguna organización extremista.
El agresor es hijo de un policía y en el ataque usó dos armas de su padre, una pistola semiautomática y un revólver, que es propiedad de la Policía Militarizada regional. En su relato, el atacante dijo que planificó el crimen durante dos años pero no explicó los motivos y disparó "sin un blanco definido", según dijo el secretario de Seguridad Pública regional, Márcio Celante.
El crimen, que ha causado conmoción en Brasil, ha sido condenado por el presidente electo, Luiz Inácio Lula da Silva, quien asumirá el poder el próximo 1 de enero. Lula dijo que recibió los hechos "con tristeza" y manifestó su "solidaridad con los familiares de las víctimas de esta tragedia absurda", que aún no ha sido comentada por el actual presidente, Jair Bolsonaro.
El gobernador Casagrande criticó la "cultura de violencia" que se vive en Brasil, el país con mayor número de asesinatos del mundo, pero donde no son habituales los tiroteos en las escuelas. "Esto muestra cómo la cultura de violencia está presente en algunas personas, y desafortunadamente en algunos jóvenes", dijo Casagrande.