El presidente 'encargado' Guaidó se 'encargaba' de calentar, no motores sino el ambiente, antes incluso de desembarcar de vuelta en su tierra. Desde el avión animaba a la gente a decir "sí se puede" cambiar la situación en Velenezuela.
Y no es que hiciera falta: mismos victoriosos gritos, y multitudinario recibimiento, nada más pisar tierra. Esperándole en el aeropuerto, entre otros, el embajador español en Caracas: "Recibirle, como países que le hemos reconocido como presidente".
Guaidó ha podido volver a Venezuela y darse un baño de masas. Bandera, pasaporte y corazón en mano, lanzando besos, tras la mini gira latinoamericana con la que ha retado al Tribunal Supremo venezolano, que le prohibió salir del país.
Las fuerzas de Maduro, de momento, no le han detenido, y Guaidó también ha desafiado (casi) a otra fuerza, la de la gravedad, al reencontrarse con miles de sus partidarios que se han movilizado por todo el país.
Ha vuelto, dicen él y los suyos, sin miedo. Mientras Estados Unidos reitera que no se tolerará ninguna amenaza, violencia o intimidación contra el presidente interino.