A más de dos meses para las elecciones presidenciales, Kamala Harris ya ha hecho historia. La actual vicepresidenta estadounidense ha aceptado formalmente la nominación del Partido Demócrata como candidata a la Casa Blanca, convirtiéndose así en la primera mujer afroamericana y la primera persona de origen indio en lograrlo.

"En nombre de todos aquellos cuya historia solo podría escribirse en la mayor nación de la Tierra, acepto su nominación para ser presidenta de Estados Unidos", declaraba este jueves en la Convención Nacional de su partido en Chicago, donde se ha presentado ante los estadounidenses como la única opción para dar la batalla a un Donald Trump "sin límites", prometiendo una "nueva vía hacia adelante" y "ser la presidenta de todos".

Culmina así un turbulento proceso en el seno del Partido Demócrata que ha llevado a la candidatura formada por Harris y su 'número dos', Tim Walz, de forma poco usual, ya que la vicepresidenta no se sometió a un proceso de primarias, sino que dio un paso al frente después de que el actual mandatario, Joe Biden, renunciara a la reelección tras la debacle de su debate televisivo contra Trump, que motivó un aluvión de peticiones para que se retirase.

Tras anunciar su decisión, Biden pidió a los demócratas que se unieran en torno a Harris, a quien pasó el testigo en este cónclave, cuyo punto álgido llegaba con el discurso de la candidata. "Estados Unidos, el camino que me ha traído aquí desde hace unas semanas ha sido, sin duda, inesperado. Pero no soy ajena a los viajes improbables", aseguraba Harris este jueves, recordando el pasado migrante de su madre, quien "viajó de India a California con un sueño inamovible de ser una científica que curaría el cáncer de mama".

Harris alerta del peligro de Trump

Así, al grito de "no vamos a volver atrás", en referencia al primer y único mandato de Trump en la Casa Blanca, la candidata demócrata levantó a todo el auditorio, rodeada de carteles con su nombre y en una atmósfera festiva, y expresó su agradecimiento hacia Biden, a la vez que prometió recortes de impuestos a la clase media, devolver la protección al derecho al aborto, resucitar el proyecto de ley que restringe el acceso al asilo y seguir invirtiendo en Defensa para tener "la mayor fuerza letal que del mundo".

En este sentido, la candidata demócrata consideró que el derramamiento de sangre en la Franja de Gaza es "devastador" y "desgarrador", pero también se comprometió a defender a Israel. "Déjenme ser clara: siempre defenderé el derecho de Israel a defenderse, y siempre garantizaré que Israel tenga la capacidad de hacerlo", manifestó, durante un cónclave en el que el apoyo de Biden y Harris a Israel se ha convertido precisamente en punto de tensión.

Además, Harris ha advertido de que Trump "no es un hombre serio, pero las consecuencias de ponerle de nuevo en la Casa Blanca son muy serias", destacando la amenaza que supone el magnate republicano para la democracia.

"Imaginen a un Donald Trump sin límites y cómo usaría los inmensos poderes de la Presidencia de Estados Unidos, no para mejorar sus vidas, no para reforzar nuestra nación, pero para servir a su único cliente: él mismo", alertaba, mientras el exmandatario y candidato republicano arremetía contra ella en directo a través de su red social, antes de atacarla también en una intervención televisiva.

Fue sin embargo la noche de la candidata demócrata, que estuvo arropada por un plantel de mujeres en puestos de poder vestidas de blanco en homenaje a las sufragistas y cerró su discurso con la tradicional lluvia de confeti y más de 100.000 globos que cayeron del techo del estadio. La banda sonora de ese histórico momento fue 'Freedom' de Beyonce, una canción convertida ya en himno de la campaña que podría convertir a Harris en la primera mujer presidenta de Estados Unidos.