Miles de personas, la mayoría hondureñas, han conseguido derribar la valla fronteriza de Guatemala con México y una estampida humana ha cruzado ante la mirada de la policía guatemalteca. Familias enteras se amontonan en el puente que separa ambos países.
Ante la desesperación, algunos suben la valla y se tiran a este río desde una altura de seis metros. Una vía más para alcanzar territorio mexicano y de ahí, partir a Estados Unidos: "Yo tengo ocho días ya de venir caminando. Me arden los pies, vengo cansado, con hambre" cuenta un migrante.
Donald Trump ha acusado a los demócratas de la llegada de los migrantes y ha tirado de sarcasmo para decir que él también tiene la culpa: "¿Sabéis por qué? Vosotros, yo, todos juntos hemos creado un país económicamente muy fuerte. Todo el mundo quiere venir, es mi culpa".
Horas antes dejaba claro que no dejará pasar, dice, a ningún criminal: "No son angelitos los que quieren venir a nuestro país. Algunos son criminales curtidos y no les dejaremos pasar". Y reitera la idea del muro: "Estamos construyendo un muro pero deberiamos hacerlo más rápido. Francamente deberíamos construirlo más alto".
El secretario de Estados Unidos, Mike Pompeo, ha visitado México para abordar la situación: "El secretario de Relaciones Exteriores Luis Videgaray y yo hemos hablado de la importancia de frenar este flujo antes de que alcance la frontera de EEUU". Trump ha agradecido el esfuerzo de México, pero ha asegurado que si no logran controlar a los migrantes, enviará militares a la frontera.