"La enfermedad, la curación, el dolor y la esperanza. Así resumo mi historia como curado de COVID-19". Es el relato de Mattia, el 'paciente 1' en Italia. Su historia de recuperación le ha convertido en símbolo de la lucha contra el coronaviruspara todo el país.

"Vivimos entre las ganas de que todo esto pase lo más rápido posible y el temor de que no tenga fin. Al menos por ahora", relata.

Pasó 30 días ingresado en un hospital de Codogno, 18 de ellos en la UCI, inconsciente, sin que nadie, ni siquiera los médicos, encontrase explicación a cómo un hombre de 38 años, sano y deportista, pudo contagiarse en un pequeño pueblo de Italia sin haber estado jamás en China.

Ahora, Mattia quiere lanzarnos un mensaje permitiéndonos, por fin, que le pongamos cara. "Cada uno haciendo su parte se puede conseguir que este horrible paréntesis en nuestra existencia acabe pronto. Los sanitarios, curando a los enfermos, y nosotros los ciudadanos, con sentido cívico, quedándonos en casa y parando así la difusión del virus", afirma.

Él lo hace: aunque curado, permanece en su casa porque, dice, el camino recorrido ha sido duro e inolvidable. "Enfermé, me curé. He sufrido por la pérdida de mi padre y he reído por el nacimiento de mi niña", cuenta. Su mujer estaba embarazada de ocho meses cuando él enfermó y también se contagió de coronavirus.

Precisamente su hija Giulia es a lo que se ha agarrado y lo que le ha hecho sobrevivir: verla nacer, conocerla y acariciarla. "Nuestra vida solo tiene sentido cuando la esperanza abre una puerta frente a nosotros", asegura.

Mattia es ahora esa esperanza en Italia. A diferencia de los más de 20.000 italianos que han sucumbido a la enfermedad, su historia tiene un final feliz.