Estas dos hermanas de 18 y 20 años le dan la espalda a la cámara porque temen ser identificadas por cualquier funcionario de Arabia Saudí, de donde huyeron en septiembre de 2018.
"Escapamos de la violencia y la represión de nuestra propia familia y del Gobierno saudí", explica la mayor de ellas, con 20 años. Han renunciado a la fe islámica, un hecho que para el Gobierno de su país significaría apostasía y que conlleva la pena de muerte.
"Si el Gobierno se entera y quiere acusarnos por lo que hemos hecho, en el mejor de los casos nos meterían presas para siempre. Y en el peor, nos ejecutarían", añade la joven.
Cinco meses después y con un permiso legal de residencia, siguen en Hong Kong. Aquí llegaron con la esperanza de poder hacer escala con destino a Australia. Viven sin plena libertad de movimientos y hasta en 13 ocasiones han cambiado de casa por seguridad.
"Que nos hayan invalidado el pasaporte y lo que ha sucedido con Jamal Khashoggi en Turquía hace que nuestros temores aumenten", explica la hermana menor, de 18 años. Sin pasaporte y con el permiso que le ha concedido el gobierno de Hong Kong a punto de vencer la situación se vuelve urgente para ellas. "Sólo queremos vivir una vida segura y normal, sin sentirnos amenazadas. No queremos vivir con miedo", señala la mayor de las hermanas.
El pasado mes de enero otra mujer saudí de 18 años denunciaba que la habían retenido en el aeropuerto de Bangkok, en Tailandia. También había huido de su familia que, según la joven, quería matarla por no aceptar un matrimonio concertado.