En 2017 llegaron a Italia 119.000 migrantes surcando la ruta del Mediterráneo central, de ellos 13.000 son mujeres. Provenientes de países como Nigeria, Mali y Sudán, se lanzan al mar huyendo del hambre y de la guerra.
Cuando son rescatadas del agua, además de la hipotermia, las quemaduras y la deshidratación, arrastran una herida aún peor: prácticamente todas han sido violadas de forma repetida.
"La mayoría llegan embarazadas producto de violaciones y las que tienen bebés de corta edad sabemos que son hijos de violaciones sufridas por el camino", explica Anabel Montes, jefa de misión de Proactiva Open Arms.
ACNUR denuncia, además, las condiciones infrahumanas de los centros de detención en Libia.
Los hombres también padecen estos abusos. Aunque difícilmente lo reconocen, se estima que alrededor de un 74% han sido violados. Es una forma de deshonrarles ante su familia y su comunidad.
La ONG Proactiva Open Arms denuncia que la Unión Europea está contribuyendo a este drama al financiar y entrenar a los guardacostas libios. "Están siendo entradas en Cartagena, en España. Esos mismo guardacostas son los que tratan de manera inhumana a toda esta gente", señala Montes.
En 2017, más de 3.000 personas han muerto este año en el Mediterráneo.