Los 27 niños que fueron liberados este sábado se recuperan como pueden tras diez días secuestrados. Tienen una mezcla de llanto y angustia tras la supervivencia, y algunos, con la mirada perdida, todavía están en shock por lo ocurrido y se sienten expuestos ante el mundo.
Como cada día, el 17 de febrero, los menores asistieron a clase cuando un grupo armado entró en esta escuela. Se llevaron a 42 personas durante diez largos días y no todos han vuelto.
Las escuelas se han convertido en blanco fácil de secuestros masivos en el norte de Nigeria, y a Boko Haram se han unido otros grupos con necesidades diferentes: "No se trata de una cuestión de religión, sino de conseguir financiación tanto del Gobierno, como de la Comunidad Internacional", señala Kike Gómez, periodista experto en Nigeria.
Habla una joven que consiguió escapar del secuestro
Massauda Umar, de 20 años, es una de las pocas jóvenes que consiguió escapar del secuestro masivo en otro centro cercano. Umar relata que hombres armados entraron en su albergue preguntando por el dueño de la casa y como nadie contestó, comenzaron a golpear a la matrona. En ese momento, ella se escondió debajo de la cama.
Sin embargo, más de 300 de sus compañeras no tuvieron la suerte de Massauda Umar y fueron secuestradas. En este sentido, Kike Gómez afirma que "la mujer en África siempre es un arma de guerra; también ellos saben dónde hacen más ruido para la Comunidad Internacional".
Por su parte, Zubairi Sanusi, profesor de química y padre de dos niñas secuestradas, se pregunta: "Como maestro, ¿qué puedo hacer? Solo puedo rezar a Dios". Dice que nada ha cambiado desde 2014, cuando Boko Haram secuestró a 276 niñas de Chibok, y expresa su miedo a que con sus hijas pase lo mismo.