No habrá liberalización de patentes para las vacunas contra el coronavirus de momento, lo que supone, tal y como indica José Félix Hoyo, experto en epidemias, que "nadie puede utilizar la fórmula de ese producto, salvo que sea bajo el consentimiento del laboratorio que lo ha creado".
La propuesta la presentaron Sudáfrica e India hace ya cuatro meses y hasta 400 ONG lo apoyan alegando, dicen, una razón de peso: "Hay una grandísima cantidad de dinero público invertido en estas vacunas, se habla de unos 10.000 millones de dólares", defiende Vanessa López, directora de Salud por Derecho.
Este mecanismo de liberalización de patentes ya existe y se utilizó por primera vez en 2001 para hacer frente al SIDA. "Cuando un tratamiento anual costaba 10.000 euros, fue posible con un mecanismo de la OMC reducir el coste a 1.00 euros", señala Daniel López Acuña, experto de la OMS.
Mientras, el tiempo pasa, se vacunan los ricos y los más pobres ven cómo las nuevas cepas del coronavirus los vuelven a meter en un túnel cada vez más profundo. Sin vacunas en todo el mundo, habrá más cepas y volveremos a la casilla de salida.
Sin embargo, para Japón, Reino Unido o Suiza, no hay pruebas que aseguren que la ni liberalización de patentes dificulte la distribución mundial. Quizás por ello 90 millones de personas en el mundo ya han recibido la vacuna, de ellas solo 25 lo han hecho en África Subsahariana, una teoría frágil sobre el terreno.
La OMS advierte: "Hay 130 países que no han administrado ni una dosis"
Tedros Adhanom, director general de la OMS, ya ha advertido de que "hay 130 países que todavía no han administrado ni una dosis". En este sentido, la OMS ha subrayado que el 75% de las dosis de vacunas se concentran en diez países.
A esto hay que unirle la diferencia en el precio de las dosis: "La Comisión Europea había pagado en torno a dos dólares por las vacunas, mientras que en el caso de Sudáfrica estamos hablando de siete dólares", critica Vanessa López.
Los números no mienten: las naciones ricas representan cerca del 16% de la población mundial, pero el virus no entiende de niveles, territorios, ni razas, y está dispuesto a conquistar el mundo.