Los rescatistas están empezando a volver de Marruecos. Dicen que ya no hay nada que hacer. Algunos se vuelven con la frustración de no haber podido sacar a ni un sólo superviviente. Y, como si les faltaran problemas, a partir de esta tarde se espera lluvia en esa zona, donde hay gente durmiendo en la calle y las ruinas de adobe pueden convertirse en un lodazal. Esto podría dificultar la búsqueda de cadáveres.
Antonio Nogales, presidente de Bomberos Sin Fronteras, asegura que se va a compactar todo muchísimo y será más complejo encontrar cuerpos. En la zona de montaña todavía quedan aldeas muy inestables donde estas lluvias podrían causar nuevos desprendimientos. "Me he encontrado a gente sin ropa, dicen que puede llover y no tienen con qué cubrirse, hace mucho frío ahí", denuncia una mujer que iba en coche por la zona.
El caos y la incertidumbre se apodera ahora de quienes lo han perdido todo. Es el caso de Malika Ouabella, quien sufre por no tener donde dejar a sus pequeños con la llegada del invierno y la lluvia. A la posible llegada de estas lluvias se suma la retirada de la ayuda internacional. "Hemos decidido volver porque ya es prácticamente imposible de que permanezcan personas con vida", señala Nogales.
Muchos de los que han sobrevivido al terremoto se encuentran ahora que lo único que ha quedado en pie es la puerta de su casa. Ahora, pico en mano, rebuscan entre los escombros algunas de sus pertenencias. Cinco días después del terremoto más grave vivido en el país, los habitantes de las aldeas más afectadas de la cordillera recogen lo que queda de su vida pasada para dejar atrás la devastación.