En Maryland (Estados Unidos) fue hallada una fosa con los restos de esclavos que trabajaron en el horno de una fundición hace 200 años. Ahora, una investigación ha conseguido un importante logro: establecer un parentesco entre 27 esclavos y 42.000 estadounidenses.
Uno de los investigadores en aportar su granito de arena a este logro es el español Íñigo Olalde, que explica que el ADN de estos esclavos "no se puede borrar". "Ellos querían restaurar un poco la memoria de estas comunidades de esclavos africanos cuya historia ha quedado un poco borrada", explica a laSexta.
Pese a llevar dos siglos en Estados Unidos, la pobración afroamericana no apareció en el censo hasta 1870, siete años después de la abolición de la esclavitud en el país. Más allá de ese año, no podían trazar su árbol genealógico.
Comparando el ADN de los esclavos con una base de datos de millones de personas, han descubierto que procedían de varios pueblos de Senegal, Gambia y África Central, así como con ascendencia paterna de Inglaterra e Irlanda.
"Los historiadores saben que gran parte de estas relaciones eran relaciones forzadas entre hombres blancos y sus esclavas africanas", añade Olalde.
Se trata de una investigación sin precedentes que, por primera vez, ha podido trazar conexiones familiares directas entre la población negra actual de Estados Unidos y sus antecesores esclavos. Solo han analizado el ADN de 27 esclavos, pero podría ser la primera página de una historia.