El Gobierno chino se ha propuesto retomar el control de los flujos de información y ya hay quien paga el precio de las críticas en plena epidemia de coronavirus.
"El Gobierno local de Wuhan fue acusado de haber actuado tarde", ha asegurado Lucas de la Cal, corresponsal de El Mundo en Asia.
Ven como la prensa nacional les señala directamente, unos medios de comunicación que también han recibido otro mensaje. "Insisten en que lo que necesita ahora China son enfoques positivos y no hablar de la censura", destaca De la Cal.
Toda información fuera de los cauces oficiales corre el riesgo de ser considerada un rumor y los atisbos de libertad de expresión en China empiezan a disiparse.
Hay quienes a gritos reclaman la liberación de Fang Bin, uno de los dos ciudadanos en paradero desconocido que denunciaba la situación en Wuhan.
La lucha por las redes sociales es fuerte. "Es la gran batalla que se está dando ahora en China y no la van a perder", destaca Javier Gil, doctor en Seguridad y Paz Internacional.
Cuentas de mensajería bloqueadas como nos relata este activista chino Hua Yong. "A mi amigo, por transferir información al exterior, le cerraron cinco cuentas de WeChat", denuncia.
Son algunos de los esfuerzos por dominar el espacio online, una dura ofensiva contra un brote que algunos, como Hua Yong, creen que hubiera sido menor "si no se hubiera vulnerado la libertad de expresión", pero que ha logrado su objetivo, contener la crisis de confianza y controlar la narrativa.