Tras más de cinco semanas seguidas de manifestaciones, las agresiones a policías y gestos antisemitas registrados en las últimas protestas de los "chalecos amarillos" han llevado al Ejecutivo francés a endurecer su discurso contra la radicalización de ese movimiento. "El funcionamiento de nuestras instituciones exige una vuelta al orden, que cesen esas provocaciones, esas declaraciones a veces teñidas de antisemitismo, esa violencia, esa voluntad de destruir y de atacar deliberadamente a las fuerzas del orden", indicó este lunes el primer ministro, Édouard Philippe. Su llamamiento se produjo tras haber visitado en París a un grupo de agentes agredidos este sábado en los Campos Elíseos.
El vídeo de su ataque, difundido en las redes sociales, fue uno de los que marcaron la última protesta: algunos manifestantes volcaron sus motos y otros les lanzaron adoquines y patinetes eléctricos, una situación que llevó a un policía a apuntar a los agresores con su pistola para intentar dispersarlos. La investigación abierta por la Fiscalía de París por actos de violencia voluntarios contra los agentes no ha implicado de momento ninguna detención.
Aunque los disturbios han estado presente desde la primera manifestación, el 17 de noviembre, la violencia ha quedado más patente a medida que el movimiento ha visto reducida de forma progresiva su participación. La sexta jornada prolongó el sábado su tendencia a la baja y reunió en todo el país a 38.600 personas, frente a las 66.000 de una semana antes, y solo en París a unas 2.000, la mitad que el sábado anterior.
Y junto a la agresión en los Campos Elíseos, tuvo otra de sus imágenes destacadas al pie de la basílica del Sagrado Corazón, donde, con la melodía del Canto de los partisanos, un himno de la resistencia al nazismo, un grupo de manifestantes entonó una canción del humorista Dieudonné, condenado por antisemitismo. La policía investiga otros presuntos insultos antisemitas proferidos este sábado contra una anciana en el metro de París por parte de unos hombres que supuestamente volvían de participar en la marcha.
Una anciana que se identificó como una deportada a Auschwitz les reprochó que hicieran la quenelle, un gesto de connotación antisemita popularizado por el propio Dieudonné, pero los tres hombres no pararon y llegaron a afirmar que los campos de concentración nazi no existieron. A ello se suma la decapitación en Angulema, en el suroeste de Francia, de un muñeco con la imagen del presidente, Emmanuel Macron, que la Fiscalía también investiga.
Algunos "chalecos amarillos" también han hostigado a los medios de comunicación desde el inicio del movimiento. El último episodio fue este sábado, cuando dos reporteras del canal público France 2 fueron agredidas en el peaje de Boulou, junto a la frontera española. "No mezclo a quienes se manifiestan de esa manera y a quienes expresan pacíficamente sus reivindicaciones, pero observo que a medida que dura, este movimiento se traduce en una radicalización de una gran violencia", lamentó hoy el primer ministro.
Desde Chad, Macron había advertido este fin de semana que se iban a aplicar "las respuestas más severas, incluidas las judiciales". Los "chalecos amarillos" comenzaron su protesta contra el aumento de la tasa sobre el carburante, ya anulado, y han sumado otros reclamos, como un régimen basado en consultas populares. El respaldo a su movimiento, apoyado todavía por siete de cada diez franceses, según las encuestas, y las escenas de destrucción que acompañaron algunas jornadas hicieron que Macron anunciara el día 10 varias medidas en favor del poder adquisitivo, como una subida del salario mínimo.
Sin embargo, una parte de los manifestantes no quedaron satisfechos. Benjamin Cauchy, portavoz de la división moderada "Chalecos amarillos libres", pidió hoy no hacer amalgamas entre los violentos y el resto: "No hay tarjeta de miembro, así que no estamos protegidos de energúmenos, de extremistas que ensucian nuestro mensaje, pero sería muy deshonesto intelectualmente caricaturizarlo", dijo. Hasta la fecha, el número de muertos asociados con la protesta, principalmente en los bloqueos a rotondas, se ha elevado a diez tras el fallecimiento de un hombre el viernes en Perpiñán, en el sur del país.