Un joven cae desplomado, varios palestinos corren a socorrerlo, parece que no reacciona. Hay que sacarlo de la línea de fuego, son las colinas que separan Gaza de Israel, demasiado cerca para esquivar la munición del ejército israelí.
El día de la ira ha dejado en Gaza ya cuatro muertos, hay más de 300 heridos, las protestas no cesan y Hamás llama a la lucha y a la ira.
"A partir de hoy no habrá ninguna línea roja para nosotros. Y aviso, extendernos nuestra lucha y nuestra rabia a todos los territorios, incluido Cisjordania", ha declarado Fhati Hamad, líder político de Hamás.
En Jerusalén la policía montada ha tomado las calles, se abren paso con gases lacrimógenos, ni la prensa está a salvo. Gente con bandera, demasiados manifestantes palestinos en las calles y no quieren que la mecha se encienda.
Están dispuestos a todo. Un joven es arrinconado por media docena de policías y militares israelíes, a empujones y con patadas, consiguen reducirle. Pero las banderas palestinas inundan Jerusalén. No cederán.
"Le digo al mundo entero que Jerusalén es Palestina, no pertenecerá a nadie más que a Palestina y será su capital eterna", dice una ciudadana
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Desde Ramalla el presidente palestino, Mahmud Abbas, ya ha anunciado que no se reunirá con el vicepresidente norteamericano, Mike Pence, tal y como estaba previsto.
Estados Unidos e Israel se quedan solos. El consejo de seguridad de la naciones unidas habla, de nuevo, de solución dialogada para el status de Jerusalén. EE UU defiende lo indefendible, asegura que la decisión de Trump no influirá en las negociaciones entre Israel y Palestina.