Más de un millar de migrantes y refugiados se han concentrado ante la frontera terrestre entre Turquía y Grecia desde el viernes, y aunque está sellada a cal y canto por las fuerzas de seguridad griegas, los intentos de cruce se han repetido durante las últimas horas. La Policía ha repelido estos amagos de cruce lanzando gases lacrimógenos.
Cientos de personas están además atrapadas en el área entre las fronteras después de que las autoridades turcas les dejaran pasar, pero se encontraran con el cruce sellado en la parte griega. Ahora, son los turcos los que no les permiten regresar.
Los enfrentamientos entre Policía y migrantes se sucedieron durante la noche y no se espera que la situación mejore mientras sigan llegando más autobuses a los pasos fronterizos.
El ministro griego de Defensa, Nikos Panayotópulos, señaló que ha habido muchos intentos de cruzar la frontera que pudieron ser repelidos, y añadió que también hubo detenciones, aunque no precisó el número. En unas declaraciones a la televisión privada Skai, Panayotópulos recalcó que el Gobierno tiene previsto reforzar aún más la frontera para dejar claro que Grecia protege la entrada a su país y a la Unión Europea (UE).
El ministro reconoció, no obstante, que controlar la situación en el mar es más difícil y que no entraron más refugiados (algo más de un centenar, lo que entra en la media habitual) porque las condiciones climatológicas eran adversas.
La tensión se sintió también en los campos de refugiados de Moria y Vial, en las islas de Lesbos y Quíos, donde durante la noche hubo varios enfrentamientos entre migrantes, refugiados y policías.
Según los medios locales, entre los solicitantes de asilo corrió el rumor de que las fronteras europeas habían sido abiertas, y que un barco esperaba para trasladarlos en sendos puertos, por lo que docenas de personas salieron del campo e intentaron dirigirse a las poblaciones.
Los agentes de Policía desplegados en las islas les impidieron el paso, lo que causó varios enfrentamientos y algunos pequeños incendios.