Más de 1.500 millones musulmanes, casi la cuarta parte de la población de todo el mundo comienzan el mes de ayuno de Ramadán, el más importante de su calendario por constituir uno de los cinco pilares del islam.
Durante este mes los musulmanes que hayan alcanzado la pubertad no podrán comer, beber, fumar ni mantener relaciones sexuales mientras el sol esté en el horizonte, y de esta obligación solo se libran las mujeres que menstrúan y las embarazadas, los enfermos con ciertas dolencias y los viajeros que realizan un trayecto penoso, aunque todos ellos deberán "devolver" más tarde los días de ayuno.
Las horas exactas de la salida del sol y del ocaso aparecen hoy en día en cualquier pantalla de teléfono, pero las mezquitas también se encargan de recordarlo con sus llamadas a la oración del "Fayer" (alba) y del "Mogreb" (ocaso), y las grandes ciudades utilizan además cañonazos o sirenas para marcar el esperando momento de la puesta de sol.
En los países de mayoría musulmana, la vida se transforma por completo durante el mes del ayuno: las empresas, las oficinas públicas y las escuelas acortan sus horarios para hacer más llevadero el ayuno, mientras que los cafés y restaurantes cierran durante las horas diurnas y hacen su mayor negocio en las nocturnas.
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Son muy pocos los países que obligan por ley al ayuno y castigan al infractor (Arabia Saudí, Bahrein, Pakistán, Afganistán, Irán, Malasia, Brunei y Marruecos); en la mayor parte del mundo musulmán el Ramadán se cumple por voluntad propia o por presión social, y es inusual ver a una persona infringiendo el ayuno en público.