"Siempre quise llevar con dignidad mis cargos y dejarlos con dignidad", dijo la líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y jefa del Gobierno alemán, Angela Merkel, tras calificar de "inaceptable" la imagen que da su alianza de gobierno y de "amargos" los resultados obtenidos en las elecciones regionales celebradas en el Land de Hesse.
Tras 18 años al frente de la CDU y casi 13 en la Cancillería, la líder alemana no presentará otra candidatura a presidir el partido en su próximo congreso, del 6 al 8 de diciembre, no buscará su reelección para una quinta legislatura ni ejercerá otro cargo, siquiera como diputada del Bundestag (cámara baja).
La retirada gradual de la vida política de Merkel es fruto de "largas reflexiones", como lo fueron las que la llevaron, en 2016, a la decisión de presentarse de nuevo como candidata del bloque conservador a la Cancillería, en las elecciones generales de 2017.
Los resultados de esos comicios reflejaron ya un fuerte desgaste de su bloque conservador, a lo que siguió un "trabajoso proceso negociador" hasta lograr cerrar un pacto de coalición con el Partido Socialdemócrata (SPD) y finalmente un escenario de "persistentes tensiones" dentro de ese Gobierno.
Los resultados obtenidos en Hesse -en que la CDU defendió su posición de primera fuerza pero cayó más de once puntos- son "amargos" y no pueden atribuirse "ni al elector" ni al "buen trabajo de nuestros amigos" en ese Land, sino a la "inaceptable" imagen ofrecida por su alianza de gobierno, admitió.
A lo largo de todo este tiempo al frente del partido y del Gobierno "asumí mi responsabilidad sobre lo que salió bien y lo que salió mal", añadió Merkel, para confesar que su decisión de iniciar la retirada la adoptó el pasado verano.
La comunicó tras los golpes electorales sufridos en la próspera Baviera, el 14 de octubre, donde su hermanada Unión Socialcristiana (CSU) quedó apeada de su tradicional mayoría absoluta, y los malos resultados también en Hesse, el Land de la capital banquera y financiera, Fráncfort.
Su retirada significa, a efectos estadísticos, que no romperá el récord de permanencia de quien fue su padrino político -Helmut Kohl, con 16 años en el poder-, pero tal vez calme las aguas y le permita completar la actual legislatura. La canciller dijo hace unos días que no pretendería designar a su sucesor, ya que estos intentos desde el poder suelen "terminar muy mal", pero su decisión precipita la lucha interna entre los aspirantes a presidir la CDU.
Merkel asumió en 2000 las riendas de la CDU, entonces sacudida por un escándalo de financiación irregular durante la "era Kohl", que derivó en la renuncia a la presidencia de quien haber sido el delfín del patriarca, Wolfgang Schäuble, salpicado por ese asunto.
Como potenciales sucesores al frente de la CDU se han postulado ya la secretaria general del partido, Annegret Kramp-Karrenbauer, leal a la línea de Merkel, y el ministro de Sanidad y representante del ala más derechista de la CDU, Jens Spahn. Asimismo se perfila una candidatura del exjefe del grupo parlamentario conservador Friedrich Merz, uno de los grandes enemigos internos de la canciller.
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La elección del próximo líder de la CDU tendrá lugar en el congreso del partido que se celebrará en Hamburgo, la ciudad en que nació Merkel en 1954 y que ésta abandonó poco después con su familia, al ser asignado su padre, un pastor protestante, a la parroquia de la Alemania comunista donde ella pasó su infancia y juventud. En 2005 Merkel hizo historia por partida doble, al convertirse en la primera mujer y primera persona crecida en territorio comunista que accedió a la Cancillería de la Alemania reunificada, imponiéndose en las urnas al socialdemócrata Gerhard Schröder.