El ritual tras su muerte

El papa dice adiós a su querida Casa Santa Marta con un cortejo fúnebre medido al detalle

Los detalles
Una procesión ha acompañado al féretro con el cuerpo del papa desde la Casa Santa Marta para recorrer 200 metros hasta la basílica de San Pedro. Catorce camilleros han portado el ataúd, custodiado a su vez por ocho guardias suizos.

Traslado del féretro del papa Francisco desde Santa Marta a San Pedro.
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Francisco I, el primer papa americano, jesuíta y el líder del Vaticano que más ha abierto la Iglesia al mundo, se ha despedido para siempre de la Casa de Santa Marta. Convertida en epicentro de su pontificado, esta ha sido la residencia papal de Jorge Mario Bergoglio hasta su muerte, que tuvo lugar el pasado lunes tras meses de complicaciones de su salud. Allí ha tenido lugar el último rezo y de allí ha salido este miércoles, trasladado dentro de un féretro abierto, y en procesión, hasta la Basílica Plaza de San Pedro. Tras este camino se ha abierto la capilla ardiente, que durará tres días y que finalizará el sábado con su funeral y entierro.

Este es el resumen de todo el ritual que acompaña a la muerte de un papa y que no se está cumpliendo exactamente según la voluntad de Francisco, que quería una despedida más sencilla de lo habitual. La procesión ha arrancado en torno a las 9 de la mañana, tras una oración presidida por el carmarlengo Kevin Farrell: "Con gran conmoción acompañamos los restos de nuestro querido papa Francisco desde esta capilla a la basílica vaticana, donde ha ejercido su ministerio como obispo de la iglesia de Roma y apóstol de la iglesia universal". Tras estas palabras, comenzaba el traslado, al que precedía una hilera de cardenales perfectamente coordinados.

El solemne traslado ha recorrido 200 metros: la procesión ha pasado por la plaza Santa Marta y la plaza del Protomartiri Romani. A continuación, desde el Arco de las Campanas ha salido a la Plaza de San Pedro y ha entrado en la basílica por la puerta central. En todo este tránsito hemos visto en todo momento el cuerpo yaciente de Francisco, colocado en el ataúd con un rosario en sus manos y vestido con la casulla roja, el palio y la mitra blanca en la cabeza.

Rosario entrelazado en las manos del papa, que yace en su ataúd tras su muerte este lunes.Rosario entrelazado en las manos del papa, que yace en su ataúd tras su muerte este lunes.Vatican Media/Reuters

14 camilleros han portado el ataúd, custodiado a su vez por ocho guardias suizos. Detrás, la familia pontificia del papa, sus secretarios y su enfermero personal, Massimiliano Strappeti, quien ha cuidado de su salud en los últimos años y a quien dedicó sus últimas palabras antes de fallecer.

Mientras, en la plaza, miles de fieles le esperaban desde primera hora de la mañana: "Creo que era una gran imagen para todos los jóvenes y que algunos nos ha ayudado incluso a acercarnos un poquito más a la fe", dice Ana del Río, una joven española, ante los micrófonos de laSexta. Unos momentos de emoción y recogimiento para los fieles que ha sido roto en momentos puntuales ante el despertar de sonoros aplausos.

El adiós de Sor Geneviève y los otros detalles del traslado del ataúd

Ya dentro, esto sí, como él quería, su ataúd está casi a ras de suelo, sin catafalco, sólo una pequeña plataforma ligeramente inclinada en el altar principal. El ataúd donde reposan los restos del papa es el mismo que se depositará finalmente en Santa María la Mayor, después del funeral. A las 11 de la mañana se abría la capilla ardiente y el paso de los fieles, que podrá hacerse durante tres días. Lentamente, paso a paso, peregrinos con banderas de todos los países del mundo esperan para rezar ante el féretro apenas unos instantes. Propio de nuestra época, muchos fieles no pueden evitar grabar con el móvil ese momento de pasar junto al féretro.

La fila avanza rápido para evitar aglomeraciones y todo está organizado, hasta el triple control de seguridad que deben pasar los peregrinos para acceder a la Basílica. La seguridad contrasta con la solemnidad del momento: en la zona hay hasta militares con armas anti drones, una novedad con respecto a días anteriores.

Allí se ha producido un momento que trasciende la mera anécdota por su carga emotiva: entre los que seguían al papa hemos visto a una monja francesa, la octogenaria Sor Geneviève, que vive con feriantes cerca de Roma y que todas las semanas, cada miércoles, acompañaba al Vaticano a personas trans que querían saludar al papa. Esta religiosa ha adelantado a algunos curas, rompiendo el protocolo, y, aunque un funcionario la ha parado en un primer momento, los policías del papa la han llevado junto al ataúd, donde ha estado llorando durante unos minutos junto al féretro del pontífice para despedirse.

Otra pequeña anécdota anterior se ha producido durante la procesión y ha sido el tropiezo de un cardenal, del que no hemos sabido más sobre si ha sufrido daños.

Los siguientes pasos

El cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrell, presidirá el próximo viernes a las 20.00 hora local (18.00 GMT) el rito del cierre del féretro del papa Francisco en la basílica de San Pedro, así como su entierro en la basílica de Santa María la Mayor, donde el pontífice será sepultado por su expreso deseo tras el funeral.

Delegaciones de países de todo el mundo están confirmando su asistencia al funeral del sábado, un evento de interés máximo que va a suponer un cara a cara entre líderes de un mundo dividido por guerras y tensiones. La delegación española estará encabezada por los reyes Felipe y Letizia y asistirán las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz y el ministro Félix Bolaños en representación del Ejecutivo. Sánchez no acudirá, comos es habitual en un acto oficial al que ya asisten el jefe de Estado.

Mientras, en la plaza de San Pedro, miles de personas siguen haciendo cola para dar su adiós al papa Francisco.