Miles de personas se congregaron en cinco campamentos a lo largo de los límites de la Franja palestina, donde los enfrentamientos con el Ejército israelí estallaron de manera casi inmediata en el área de separación entre los manifestantes y los soldados apostados en la frontera.

Los asistentes ondearon banderas palestinas, quemaron neumáticos y lanzaron artefactos explosivos y granadas contra los soldados, a lo que estos respondieron "con medios de dispersión antidisturbios", remarcó el Ejército en un comunicado.

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La aviación israelí realizó dos ataques en el norte del enclave, uno de ellos contra un puesto del grupo islamista Hamás, "en respuesta a las granadas y los artefactos explosivos que se lanzaron contra las tropas", declaró un portavoz castrense.

En el transcurso de las protestas, siete palestinos, dos de ellos menores -de 14 y 12 años-, murieron por fuego israelí y 506 personas resultaron heridas, entre las que 90 que recibieron impactos de bala y tres se encuentran en estado crítico, informaron fuentes médicas palestinas.

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En el este de la Franja, varios manifestantes consiguieron entrar a territorio israelí tras cortar el alambre de espino de la cerca de separación, y según medios locales, atacaron un puesto de control del Ejército, mientras que las tropas detectaron a varios palestinos cruzando la valla en el norte que, tras la incursión, regresaron inmediatamente al enclave.

Las movilizaciones de la Gran Marcha del Retorno, que reclaman el fin del bloqueo impuesto por Israel desde 2007 y el regreso de los refugiados palestinos, comenzaron el pasado 30 de marzo y, desde entonces, según el Ministerio de Sanidad, 192 palestinos han muerto, la mayoría en manifestaciones e incidentes violentos, además de una docena de milicianos en bombardeos contra objetivos islamistas.

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Hamás y el resto de facciones palestinas han estado llevando a cabo desde mayo negociaciones indirectas con Israel con mediación de Egipto y el apoyo de la ONU, con el objetivo de llegar a una tregua de larga duración, pero el grupo islamista, que gobierna de facto en Gaza, anunció esta semana que las conversaciones se habían suspendido.

En su anuncio, Hamás declaró estar "preparado para todas las opciones", incluso "la guerra", y, además de Israel, culpó de la situación a la Autoridad Nacional Palestina, que encabeza el presidente Mahmud Abás, con quien se encuentra en un proceso de reconciliación estancado.

Durante este período, las tensiones en el territorio entre Gaza e Israel han sido constantes y en las últimas semanas las protestas palestinas son casi diarias.

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La situación humanitaria en Gaza se ha deteriorado en los últimos seis meses, según la ONU, que recalcó hace pocos días en un informe que "es importante que se tomen medidas urgentes para prevenir los enfrentamientos violentos", con medidas como "la flexibilización de las restricciones de acceso" de Israel, que bloquea el enclave por tierra, mar y aire desde 2007, cuando Hamás se hizo con su poder.

La ONU pide que se pongan en marcha "intervenciones humanitarias y económicas urgentes" para abordar las limitaciones de "servicios básicos fallidos", como la sanidad, y avisa que es necesario que el enclave reciba financiación para recuperar su economía "devastada" y "a punto de colapsar", con un desempleo en torno al 53 %, principalmente entre los jóvenes.