El terrible desenlace de Connor Horridge comenzó cuando el pequeño sufrió un fuerte dolor de oído. Tras cinco días automendicándolo, los padres lo llevaron a un hospital de Manchester para que lo trataran ya que su estado no mejoraba.

Los médicos del centro médico le aseguraron que podía ser una infección viral y que no había "nada de lo que preocuparse", como recoge el diario 'Metro'. Después de este primer pronóstico el niño fue dado de alta aunque volvió a las 24 horas porque le había aumentado la temperatura.

En esta ocasión, los doctores volvieron a darle el alta y le dijeron que continuara tomándose el jarabe que le habían recetado. Cuatro días después el pequeño volvió al hospital en un estado terminal, donde murió a las pocas horas.

Cerca de ocho meses después del trágico suceso, sus padres han decidido contar su caso a los medios de comunicación. Aseguran que los médicos sólo analizaron la sangre del niño después de que muriera.

Los padres dice que si los médicos hubieran analizado correctamente los síntomas del niño el pronóstico hubiera sido diferente y un tratamiento adecuado podría haber evitado el fatal desenlace. Los médicos que trataron a Connor Horridge han admitido que la infección del niño no se pudo detectar porque se realizó un análisis "rápidamente".